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Los libros Pop Up: una historia con más de 900 años

Los libros Pop Up: una historia con más de 900 años

Astrología, anatomía, adivinación o navegación protagonizaban las obras que dieron lugar a los cuentos ‘sorpresa’, o ‘pop-up’.

Antes del pop-up hubo vida, y mucha, o para ser más precisos, antes de que el nombre inglés anulara los anteriores: libros móviles, desplegables, vivos, incluso libros sorpresa…, ya existían y no eran ni infantiles ni de este siglo o del pasado. «Hay ejemplares del siglo XIII», dice la comisaria de la exposición que en la Biblioteca Nacional(BNE) estará abierta hasta el 11 de septiembre y cuyo título deja claro que el asunto central es el origen: Antes del pop-up. «Puse el término en inglés porque es el conocido, pero no es el nombre con el que se conocían en sus orígenes».

Fue la editorial americana Blue Ribbon la que acuñó en 1932 la palabra cuando tituló Pop-up Books (libros que saltan, emergen o brotan) una colección infantil de desplegables.



Desde entonces ya no se ha movido la denominación. Aunque lo que nos ocupe en este espacio de la BNE sean los libros móviles antiguos, precursores de los que hoy conocemos, el anglicismo se queda.

Lo primero que el visitante ve es un impresionante libro desplegable e infantil, aunque no sea, como insiste Gema Hernández Carralón, esa temática la primera ni mucho menos en este asunto. Es el Circo Internacional, que ocupa una vitrina entera.

Al lado del impresionante ejemplar del circo ya sí se respeta el orden y observamos las primeras obras móviles de la historia. «Se suele citar un libro móvil de Ramón Llull como de los primeros, pero antes ya estaban los del inglés Matthew Paris». Ambos están presentes en la muestra.

Las técnicas de estos ejemplares eran bastante sencillas y básicamente se empleaban dos: la solapa, que es un papel vuelto sobre sí mismo, y los discos giratorios. Habrá que esperar al siglo XVIII, cuando ya sí es terreno de la literatura infantil, para que se desarrollen técnicas tan complicadas como las que se emplean hoy.



Los temas que protagonizaron estas obras desde sus orígenes hasta su caída en el XVIII fueron la astronomía y la navegación, la adivinación y la religión. «En adivinación hacían fundamentalmente discos giratorios que se suponía que predecían el futuro», explica la comisaria.

Los que más impresionan a primera vista son los de anatomía, que reproducen con un realismo brutal el cuerpo humano y sus órganos.

Llamativa es también la cantidad de obras de adivinación, y es que las ruedas de la fortuna, cuenta Carralón, eran típicas. «El azar y predecir el destino les fascinaba«, comenta. Había, sin embargo, hueco también para cuestiones que en principio cuesta imaginar en este tipo de obra como la gramática o la retórica o la religión. Es muy curioso un libro de pecados, recoge 900, con sus castigos, y una lengüeta desplegable para apuntar el pecado a confesar.

La aplicación al arte también ha sido importante, y es que les era de gran utilidad a los dibujantes para, por ejemplo, ver dos variantes de un cuadro. También fue de gran utilidad para los arquitectos, como Ventura Rodríguez, de quien se expone una obra, en la que da dos versiones para un alzado.

Hasta el XVIII, así pues, los predecesores de los libros pop-up se ocupaban de casi todo menos de los niños, materia central desde hace dos siglos. Y en ocasiones, aún perviven en libros eróticos, como algún ejemplar ‘móvil’ del Kama Sutra.

Tres preguntas a Gema H. Carralón

Comisaria de la exposición Antes del pop-up, que acoge la Biblioteca Nacional de España (en Madrid) hasta el próximo 11 de septiembre.

¿Cómo surge la idea de buscar y exponer los primeros libros móviles?
Viendo un ejemplar de anatomía del siglo xvi que me pareció curioso, empecé a pensar en el libro móvil antiguo, y en cuántos podía haber. Y pensé también que en España no se había hecho una exposición así desde una institución.

¿Ha sido complicada la búsqueda?
Sí, lo ha sido porque hay varios términos para registrarlos y diferentes técnicas que dificultaban encontrarlos.

¿Por qué tituló en inglés?
Porque resultaba fácilmente identificable, pero es cierto que estos no son exactamente pop-up. Los de esta muestra, predecesores de los otros, son libros móviles o desplegables. Lo más acertado sería libro con ilustraciones o grabados móviles, pero es largo.

Cinco ejemplos

  • Tumbas escondidas. Al levantar la solapa, uno de los elementos móviles típicos de los libros que dieron lugar a los pop-up, se ve una reproducción de tumbas hebreas. La religión era otra de las materias recurrentes en estas obras. Aunque nunca su protagonismo alcanzó al de la adivinación.
  • Un poco de picardía. Cómo no, la historia siempre deja espacio para Eros, hay ejemplares de libros móviles donde lo fundamental es el elemento ‘picarón’. En este caso se levanta la falda de la mujer representada y se aprecia lo que llevaba debajo, algo para la época bastante subido de tono.
  • Cómo hacer una disección. Esta obra, Catoptrum microcosmicum, de Johann-Remmelin, es el mejor ejemplar de libros móviles de anatomía. Del año 1613, mediante capas y capas, muestra todos los órganos del cuerpo y cómo diseccionarlo. Está en perfecto estado de conservación debido al poco uso.
  • Uno de los mejores artistas del pop-up: Lothar Meggendorfer. Esta obra, presente en la exposición y la única procedente de una colección privada, data del año 1887, cuando estos libros son ya parte de la literatura infantil. Como puede apreciarse en la imagen, el elemento textual se reduce al máximo, y el formato es de acordeón de modo que se despliega y se reconstruye así un circo internacional.
  • La anatomía: la reina. Fue una de las materias estrella en este tipo de obras: la reproducción del cuerpo humano. En el siglo xviii estas obras de anatomía perdieron su espacio debido a otros avances.

 

aegm.



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Robert Francis Prevost, un moderado estadounidense con fuertes lazos con Perú

AFP

Por: AFP

hace 5 días

Robert Francis Prevost, un moderado estadounidense con fuertes lazos con Perú

Robert Francis Prevost llegó a Perú por primera vez como joven misionero agustino y años después partió desde el país andino como obispo rumbo al Vaticano, donde este jueves se convirtió en el primer papa estadounidense, con el nombre de León XIV.

Prevost, de 69 años y que también tiene nacionalidad peruana, llega al trono de San Pedro con una reputación de moderado, crucial en un momento en que la Iglesia aparece muy dividida.

Desde el balcón de la basílica de San Pedro del Vaticano, el nuevo papa instó a «construir puentes» a través del «diálogo», avanzando «sin miedo, unidos, dando la mano a Dios y dándonosla entre nosotros».

«Dios nos ama, Dios os ama a todos, y el mal no prevalecerá», afirmó en su primer discurso, en el que trató de unir y tranquilizar ante un mundo asolado por las guerras.

«Mucho por hacer»

Prevost ha pasado un tercio de su vida en Estados Unidos. El resto entre Europa y América Latina, una de las periferias del mundo de donde también era el argentino Jorge Mario Bergoglio.

El diario italiano La Repubblica lo llamó «el menos estadounidense de los estadounidenses» por la moderación de sus palabras.

La idea de un papa norteamericano estuvo por siglos descartada en Roma, ya fuera por la distancia –estaban tan lejos que normalmente llegaban tarde a los cónclaves– o por decisiones geopolíticas.

Según el sitio especializado Crux, tener un pontífice de la primera potencia mundial hacía temer además que la CIA pudiera meter sus manos en la Iglesia.

Arzobispo emérito de Chiclayo, a unos 750 km al norte de Lima, Prevost obtuvo la nacionalidad peruana en 2015.

Dejó Perú para sumarse al gobierno vaticano, donde dirigió el importante dicasterio para los Obispos, que tiene la destacada función de aconsejar al papa sobre los nombramientos de los jerarcas de la Iglesia.

Tras la muerte de Francisco, Prevost dijo que aún quedaba «mucho por hacer» en la transformación de la Iglesia.

«No podemos parar, no podemos retroceder. Tenemos que ver cómo el Espíritu Santo quiere que la Iglesia sea hoy y mañana, porque el mundo de hoy, en el que vive la Iglesia, no es el mismo que el mundo de hace 10 o 20 años», dijo el mes pasado a Vatican News.

«El mensaje siempre es el mismo: proclamar a Jesucristo, proclamar el Evangelio, pero la manera de llegar a las personas de hoy, los jóvenes, los pobres, los políticos, es diferente», añadió.

Misionero en Perú

Fue uno de los cardenales más cercanos a Francisco, cuyo pontificado generó resistencias dentro de los sectores más conservadores.

Pero al mismo tiempo, su sólida formación en Derecho Canónico tranquiliza en estos círculos que buscan un enfoque más centrado en la Teología.

Prevost nació el 14 de septiembre de 1955 en Chicago y asistió a un seminario menor de la Orden de San Agustín en San Luis como novicio antes de graduarse en Matemáticas en Filadelfia.

Políglota, estudió Derecho Canónico en Roma, donde también obtuvo un doctorado.

Se unió a los agustinos en Perú en 1985 para la primera de sus misiones en el país andino.

Al regresar a Chicago en 1999, fue nombrado prior provincial de los agustinos en esa región estadounidense y posteriormente prior general de la orden en todo el mundo.

Regresó a Perú en 2014 cuando Francisco lo designó administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo.

Casi una década después, entró en la curia en sustitución del cardenal canadiense Marc Ouellet, que fue acusado de agredir sexualmente a una mujer y renunció por motivos de edad. Entonces, el difunto pontífice lo nombró también presidente de la comisión pontificia para América Latina.

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