TEPIC, NAYARIT,-  Pocos son los lectores del país que conocen la obra del poeta Amado Nervo, prosista y perteneciente al movimiento modernista indicó Guadalupe Loaeza durante el Festival Letras en Tepic cuya segunda edición tuvo verificativo este fin de semana. La escritora indicó que luego de la charla con el poeta local Octzvio Campa, publicó varios «tuits» invitando a la juventud.

«No recibí una sola respuesta, lo que me hace pensar no les interesa».

La autora de los libros “Las niñas bien” (1987), “Compro, luego existo” (1992), “Las reinas de Polanco” (1988), “Mi novia, la tristeza” (2008) y “Oaxaca de mis amores” (2004) dijo que actualmente, sobre todo entre los adolescentes, la obra de Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz no es debidamente aquilatada. (Tepic, 27 de agosto de 1870-Montevideo, 24 de mayo de 1919),

“Les expliqué mi participación, expliqué quién fue Amado Nervo y no hubo eco. Creo que aunque en las escuelas sea lectura obligada, lo revisan de una manera superficial. Por eso pienso que hace falta difundir masivamente, dentro y fuera de las escuelas, la obra y el legado literario de este autor”, abonó la novelista.

Sobre la personalidad, perfil, producción lírica e importancia de la herencia del bardo mexicano, Loaeza subrayó que él amaba entrañablemente a México, se preocupaba por su bienestar y siempre mostró un enorme compromiso por representarlo en el extranjero, pues como se sabe, entre otras cosas fue brillante diplomático.

Celebró también que muchos versos de Amado Nervo tengan una evidente e innegable vigencia permanente desde que fueron escritos, pues en ellos deja ver su profundo deseo porque México tenga un mejor y más sano desarrollo, porque crezca como nación y sea debidamente cuidado por todos los mexicanos, población en general y sus gobernantes.

Aunque visionario en ese sentido, Loaeza estima que Nervo escribió así por ser un poeta, porque nació, creció y murió siendo poeta. “Fue algo que se le dio desde niño, además que era un hombre muy sensible, enamorado de la poesía y de México”, añadió la autora de “La mariscala”, una novela sobre la intervención francesa.

Más adelante, recordó que su papá, enorme admirador de Amado Nervo, le recitaba “Guadalupe la chinaca va a ver a Pantaleón” cuando ella era niña. “En mi casa, siempre se hablaba de poesía, por eso crecí con este poeta; mi papá me decía amorosamente así, ‘Guadalupe la chicana’, precisamente en evocación de ese poema portentoso y hermoso”, manifestó.

La autora jugó a imaginar que Amado Nervo entraba por la puerta de la sala donde se realizó la entrevista. “Si lo viera frente a frente, yo preguntaría si realmente fue feliz, porque él siempre dijo que creía en la felicidad del ser humano”.

Y agregó: “Le preguntaría eso, porque Amado Nervo vivió muchas muertes, la de su madre, el impresionante fin de su hermano que se suicidó, la de su padre y la de amada Ana Cecilia Luisa Dailliez.

“Vivió idealizando el amor y la moral… le preguntaría si en verdad conoció la felicidad de la que tanto habló y en la que tanto creía”, finiquitó.

Como parte de las actividades del Festival Letras en Tepic, la escritora evocó a Nervo a través de una conversación con el poeta local Octavio Campa sobre la vida, los amores y la obsesión por la muerte que tuvo el poeta.

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