CIUDAD DE MÉXICO.- Ya se ha escrito qué pasaría si Cervantes no fuera el autor de El Quijote. Fue el propio Cervantes el que lo imaginó: los cartapacios con la historia del ingenioso hidalgo eran obra del moro Cide Hamete Benengeli que él no hizo más que mandar a traducir. Borges tuvo una idea más radical: el autor de la novela era en Pierre Menard, novelista francés.
La compañía Teatro de Ciertos Habitantes invita a una reflexión extrema: ¿Y si el Quijote fuera el autor del Quijote? Tal es la pregunta a la que responde escénicamente Claudio Valdés Kuri en su montaje «Don Quijote, vencedor de sí mismo», obra comisionada y producida por el Festival Internacional Cervantino para conmemorar los 4 siglos de la muerte de Cervantes.
La obra, estrenada el pasado 8 de octubre en las Catacumbas del Mesón de San Antonio, en Guanajuato, en el marco de la cuadragésimo cuarta edición del Festival Internacional Cervantino, se presenta todos los lunes de noviembre y hasta el 12 de diciembre, a las 20:30 horas, en el Foro Shakespeare, ubicado en Zamora 7, Col. Condesa, Ciudad de México.
Don Quijote es interpretado por Fernando Huerta, quien aparece en el escenario acostado sobre su espalda y con las piernas hacia arriba. Su armadura es estrambótica: combina cueros con corcholatas, llaves, cucharas, por acá una corbata y unas espinilleras deportivas.
Quijote, vencedor de sí mismo propone, durante la mitad de la obra, un recorrido por las aventuras más famosas de la novela cervantina: la ceremonia en que es armado caballero; el lance contra los molinos de viento; la batalla contra los ejércitos de ovejas. Mientras tanto el espectador extraña a Sancho Panza. El Quijote prodiga monólogos, brinca, suda, domina el escenario. Y cuando pareciera que la sola presencia del hidalgo no da para más, viene la primera vuelta de tuerca: se terminan las escenas celebérrimas y se cuenta una historia menos conocida: la de Cardenio y Lucinda, que don Quijote escucha en la Sierra Morena.
Los espectadores juegan un papel activo en la puesta y la dramática historia de Cardenio se torna en una hilarante comedia. En la segunda parte, la actriz Xóchitl Galindres tiene una incursión pirandelliana en el montaje, cuya dramaturgia es obra de Valdés Kuri y Mónica Hoth.
La obra prescinde de Sancho pero a cambio le da al Quijote una caballera andante, una compañera de danzas y canciones y una interlocutora con quien compartir locuras y esperanza: la última de ellas es también la más audaz: tomar las riendas de su vida. Convertir al Quijote en autor de sí mismo.
con información de agencias
jcrh