MADRID, ESPAÑA.- La «intimidad» en la obra de Jean-Pierre Renoir, tanto social, familiar como erótica, es el tema en torno al cual se organiza una retrospectiva del pintor impresionista francés que se inaugura este martes en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.
La exposición, que permanecerá abierta al público hasta el 22 de enero, reúne 78 obras prestadas de más de medio centenar de instituciones y colecciones de todo el mundo.
La muestra dedica dos salas a su etapa impresionista, aunque su interés reside sobre todo en su exploración de periodos menos conocidos de la carrera del pintor, principalmente sus últimos cuarenta años, cuando revisó la tradición clásica, aún sin abandonar del todo el impresionismo.
También muestra facetas menos célebres, como sus retratos por encargo, más o menos logrados, de la alta sociedad parisina.
Para el comisario y director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza, Guillermo Solana, «la intimidad» está en el corazón mismo de la pintura de Renoir (1841-1919).
Los protagonistas de Manet o Degas mantienen una distancia entre ellos y el espectador. Renoir dota a sus personajes de una proximidad tangible», escribió Solana en la presentación de la exposición. Es frecuente en estas escenas observar «un juego de alternancia entre el contacto visual y el físico», en el que un personaje observa a otro, quien le corresponde tocándolo, señaló.
Solana recordó en rueda de prensa que Renoir estimaba por encima de todo la «alegría de vivir», el sentido y la evocación de los placeres, pese a ser vivir una dura artritis reumatoide que hacía tan dolorosa la ejecución de su arte.
Su «particular deseo de proximidad, de cercanía» se ubica en el centro de toda su obra, afirmó. De allí que al contrario de Degas, Renoir «tienda a ajustar el encuadre» para suprimir el paisaje y «concentrar la mirada sobre el rostro».
A lo largo de las salas, el visitante podrá ver a la niñera «Gabrielle leyendo» y a los tres hijos del pintor, entre ellos Jean Renoir, el futuro gran cineasta, o Aline, su esposa, «amamantando a su hijo» (1915).
La exposición también muestra una serie de paisajes pintados «por puro placer», entre ellos una «Marina» de 1879 o su interpretación de la montaña Santa Victoria, muy apreciada por Cezanne (1888), así como desnudos monumentales y casi molestos, que recuerdan las primeras bañistas de Picasso.
En paralelo, la Fundación Mapfre en Madrid ofrece una exposición consagrada a los personajes femeninos de Renoir, con obras de las colecciones del Museo de Orsay de París y la Orangerie, hasta el 8 de enero.
con información del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid
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