«Como no me he preocupado de nacer, no me preocupo de morir», escribió Federico García Lorca, en cuya vida, a la que el ejército de Francisco Franco puso fin hace 80 años, hubo mucho de premonitorio.
A Lorca le gustaba tocar en el piano un poema de cante jondo al que puso música su amigo Carlos Morla. Decía: «Cuando yo me muera, enterradme con mi guitarra bajo la arena». El dramaturgo lo cantaba cada noche en que se reunían poetas e intelectuales en la casa que Morla -consejero de la embajada de Chile en España entre 1928 y 1939- tenía en Madrid.
Ochenta años después de su muerte el cadáver del poeta, fusilado cuando tenía 38 años, sigue en una fosa común junto a un maestro y dos banderilleros anarquistas, que fueron ejecutados con él.
Lorca fue un «escritor con alma de poeta y mano de músico», dijo de él Luis Pasqual, director de varios espectáculos teatrales sobre el escritor. Es en el poema «Fábula y rueda de tres amigos», publicado en «Poeta de Nueva York», donde Lorca anticipa su propia muerte. «Cuando se hundieron las formas puras bajo el cri cri de las margaritas, comprendí que me habían asesinado. Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias, abrieron los toneles y los armarios, destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro. Ya no me encontraron», escribió.
Y prosigue: «¿No me encontraron? No. No me encontraron. Pero se supo que la sexta luna huyó torrente arriba, y que el mar recordó ¡de pronto! los nombres de todos sus ahogados».
Tras dos registros en su domicilio de Madrid, Lorca decidió esconderse en la casa de los hermanos Rosales, en Granada. El escritor fue detenido allí y trasladado a Viznar (Granada), donde pasó su última noche en una cárcel improvisada junto a otros detenidos.
«La noche se puso íntima como una pequeña plaza. Guardias civiles borrachos en la puerta golpeaban», escribió Lorca en «Romancero gitano».
De madrugada fue fusilado en el camino entre Viznar y Alfacar. Queipo de Llano, uno de los cabecillas del golpe de estado de 1936, dijo «denle café, mucho café», según el biógrafo del poeta, Ian Gibson, antes de ordenar su fusilamiento.
con información de Ansa Latina
jcrh