MÉXICO.- Este 17 de agosto, se cumplen 120 años del nacimiento de Tina Modotti (1896-1942). Fotógrafa italomexicana, fue revolucionaria, militante comunista, refugiada política, inmigrante en Estados Unidos, actriz de Hollywood, mujer con un rol opuesto al imaginario social y musa inspiradora de artistas de distintas disciplinas.
A través de la lente de Edward Weston (1886-1958), pasando por el pincel de Diego Rivera o la pluma de Elena Poniatowska, hasta el lápiz del ilustrador español Ángel de la Calle, la personalidad y la obra de Tina Modotti han sido motivo de inspiración para la creación artística.
Elena Poniatowska se interesó en la vida de la fotógrafa y la capturó en su libro “Tinísima” (Era, 2004), biografía que describe los 46 años de una vida de arte y revolución.
Diego Rivera la pintó en sus murales resaltando su figura de luchadora social. Se le puede apreciar desnuda en la pieza “La tierra dormida” y “La tierra oprimida”, así como en la obra que se encuentra en el edificio de la Secretaría de Educación Pública donde la representa con una canana entre las manos al lado de Frida Kahlo, Vittorio Vidali, David Alfaro Siqueiros y Juan Antonio Mella.
Para el ilustrador español Ángel de la Calle, la presencia del Tina Modotti bajo el calificativo de “exótica aventurera” que Olivia Gall emplea para referirse a la artista en el libro “La muerte de Trotsky”, despertó su inquietud por ella.
Víctor Hugo Rascón Banda escribió una pieza teatral dedicada a la fotógrafa bajo el nombre “Tina Modotti”, mientras que la cineasta mexicana Laura Martínez dio a conocer su documental “Tina Modotti. El dogma y la pasión”.
La artista nacida en la provincia italiana de Udine el 17 de agosto de 1896, con el nombre de pila de Assunta Adelaide Luigia Modotti Mondini, dejó seria impronta en el panorama artístico y cultural del siglo XX mexicano.
Modotti ejerció la fotografía de forma práctica, sin escuela de formación más que las enseñanzas del llamado padre de la fotografía estadounidense. De él aprendió su técnica de doble revelado del negativo, la cual tiempo después sería nombrada como “cristal” por un discípulo de ambos, Manuel Álvarez Bravo.
Pero no solo en el trabajo de Álvarez Bravo se respiran las influencias de Modotti. El clásico filme “¡Qué viva México!” de Sergei Eisenstein atesora un archivo visual inspirado en la foto fija de Tina así como la de otros fotógrafos del periodo.
A los 17 años de edad, Tina Modotti llegó a la ciudad de San Francisco en Estados Unidos, donde trabajó como obrera en una fábrica de textiles; posteriormente se trasladó a Los Ángeles donde apareció como actriz en películas de Hollywood dado su singular belleza.
El contacto con el cine le permitió conocer a los grandes intelectuales estadounidenses de la época, entre ellos el poeta Roubaix de L’Abrie Richey, su primer marido. De acuerdo con su biografía publicada en la página “www.modotti.com”, Modotti llegó a México en 1922 y conoció a los artistas mexicanos Diego Rivera y a David Alfaro Siqueiros, con quienes tuvo una gran amistad.
Roubaix muere en la Ciudad de México y Tina decide estrechar más su relación sentimental con Weston, así que en 1923 Weston abandonó a su familia y viajó a México con su hijo Chandler para que Tina se convierta abiertamente en su modelo, su discípula y su amante.
Modotti y Weston se inclinaron rápidamente hacia escena bohemia de la capital y se utilizaron sus conexiones para crear un negocio en el mundo de la fotografía. Fue también durante este tiempo que Modotti se reunió con varios políticos radicales y comunistas, entre ellos tres dirigentes del Partido Comunista mexicano como Xavier Guerrero, Julio Antonio Mella y Vittorio Vidali .
La fotógrafa se unió al Partido Comunista en 1927, donde encontró su cambio de enfoque y una mayor motivación política. Alrededor de ese período, sus fotografías comenzaron a aparecer en publicaciones como “Mexican Folkways” , “Forma”, y “El Machete”.
A finales de 1929 le invitaron a presentar sus trabajos en la Biblioteca Nacional. Fue su primera exposición, pero también la última vez que se le reconoció como una verdadera creadora, porque siempre se consideró una simple fotógrafa al servicio de la causa socialista.
Sus obras suscitaron encendidos elogios de la crítica, porque constituían un espléndido testimonio del potencial artístico que encerraba la fotografía.
En 1930 Tina fue expulsada de México por su constante activismo, acusada injustamente de conspiraciones contra políticos mexicanos, la acusaron de complicidad en el intento de asesinato de Pascual Ortiz Rubio, presidente de México, por lo que fue deportada a Alemania.
Continuó su trabajo en el exilio en Berlín, donde se hace miembro de la Union GmbH de fotógrafos de prensa y publica sus imágenes en Der Arbeiter-Fotograf. Después viajó a la Unión Soviética donde se reencontró con Vittorio Vidali, a quién había conocido en México.
Participó en el Socorro Rojo Internacional en la Unión Soviética, así que abandonó momentáneamente la fotografía para enfocarse en el activismo político durante su estancia en Moscú.
En 1934 se trasladó a Francia, donde partió hacia España. Trabajó en Madrid y Valencia. Después de la rebelión militar en 1936, se alistó al Quinto Regimiento y trabajó con las Brigadas Internacionales, con el nombre de María, hasta el fin de la guerra Civil Española.
A finales de 1939 regresó como asilada a México, donde continuó su actividad política a través de la Alianza Antifascista Giuseppe Garibaldi con un nombre falso. Un año más tarde, el gobierno de Lázaro Cárdenas anuló su expulsión.
Finalmente, Tina Modotti murió el 5 de enero de 1942 por un ataque cardiaco. En su lapida en el panteón Dolores de la Ciudad de México se lee un verso de Pablo Neruda: «Tina Modotti, hermana, no duermes, no, no duermes; tal vez tu corazón oye crecer la rosa de ayer, la última rosa de ayer, la nueva rosa».
con información de Notimex
jcrh