Herbert von Karajan es, sin duda, el director más conocido de la historia, y no sin razón. Fue un director muy polémico también, porque entró en la Filarmónica de Berlín cuando Hitler estaba en el poder. Su trabajo convirtió a esa orquesta en la más importante del mundo. Karajan tenía su propio sonido “Karajan”, y tenía una forma de dirigir muy autoritaria y personal que, en cierta forma, obtenía unos resultados sonoros muy atractivos, de una profunda y equilibrada elegancia.
Él fue quien fundó el famoso sello discográfico Deutsche Gramofon, gracias al cual se hizo millonario. Era un verdadero humanista que pilotaba su propio avión. Una persona muy especial, que no todo el mundo acepta porque, durante toda su vida, también fue muy controvertido.
Reverenciado y detestado, siempre polémico. Cuando hablamos de von Karajan, debemos tomar en cuenta dos aspectos: por un lado su carisma, su forma apasionada de acercarse a la música, su capacidad única para arrancar las más brillantes sonoridades a la orquesta y, por otro, tanto su culto a la técnica y los estudios de grabación como su profundo conocimiento del mercado discográfico lo convirtieron en la batuta más popular y aclamada de toda la centuria y también en una de las más vilipendiadas por quienes le criticaban su afán megalómano, su superficialidad a la hora de afrontar el repertorio y su conservadurismo estético, cerrado a las nuevas corrientes musicales de su tiempo.
Acusaciones estas que, siendo ciertas en el fondo, no pueden hacer olvidar su magisterio en la interpretación de las grandes obras del repertorio sinfónico y operístico romántico, con Beethoven, Chaikovski y Richard Strauss a la cabeza.
jcrh