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(video) ¡Adiós Caslavska, la novia de México!

(video) ¡Adiós Caslavska, la novia de México!

PRAGA, REPÚBLICA CHECA.- Vera Caslavska, gimnasta checa conocida como «La novia de México», por sus actuaciones durante los Juegos Olímpicos de 1968, falleció el martes por la noche a los 74 años de edad, tras una larga enfermedad.

Nacida el 3 de mayo de 1942 en Praga, ganó tres medallas de oro en los Juegos Olímpicos de 1964 en Tokio, y otras cuatro preseas doradas en México 1968. También ganó cuatro medallas de oro en los campeonatos del mundo, y otras once en los campeonatos de Europa.



Icono de la década de los 60, Vera Caslavska vivió sus años de gloria en pleno apogeo del régimen comunista.

La rubia rebelde de sonrisa encantadora fue elegida en 1968 mejor deportista del mundo, y una de las mujeres más populares del momento junto a Jacqueline Kennedy. En ese mismo año, 1968, se manifestó contra la ocupación de Checoslovaquia por las tropas soviéticas, por las que fue rechazada por el régimen pro-moscovita hasta 1989.

Sufrió interrogatorios por la policía comunista, y se vio obligada a trabajar durante un tiempo en la limpieza doméstica para poder alimentar a sus hijos. Su declive comenzó a raíz de la muerte en 1993 de su esposo Josef Odlozil, medallista de plata en 1.500 metros en Tokio, por una pelea con su hijo Martin.

Caslavska se recluyó en una casa apartada, con fuertes depresiones, y apenas fue vista durante varios años. Tras su retiro voluntario, volvió de nuevo a participar en la vida pública del país.



Vera Cáslavská es, juntamente con el fondista Emil Zátopek, la más célebre figura de la historia del deporte checo.

Criada en el seno de una familia de cuatro hijos. De niña fue bastante traviesa y quizás más impetuosa y espontánea de las demás chicas. Frecuentó un curso de ballet en el Teatro Nacional de Praga y practicó el patinaje artístico. Fue tan sólo a los 15 años que empezó a dedicarse a la gimnasia.

Gracias a su perseverante carácter, la joven gimnasta conquistó dos años después el título de campeona de Europa en barra horizontal.

Al prepararse para los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, Vera Caslavska pasaba ocho horas diarias en el gimnasio y durante los entrenamientos realizó 4 mil 320 saltos.

Con sus gráciles y precisos movimientos, Vera compuso en Tokio un poema gimnástico, conquistando tres medallas de oro en gimnasia deportiva. Electrizó al público de las Olimpiadas con audaces piruetas en la barra horizontal y hechizó a los espectadores con sus ejercicios a manos libres que ejecutó al son del poema sinfónico Vltava, de Federico Smetana.

Cuando faltaban algunas semanas para los Juegos Olímpicos de México, Checoslovaquia fue invadida el 21 de agosto de 1968 por las tropas del Pacto de Varsovia. La invasión fue llevada a cabo para aplastar las reformas democráticas de la Primavera de Praga.

En verano de 1968 Vera había suscrito el manifiesto «Dos mil palabras», redactado por el escritor Ludvík Vaculík. El documento exigía que las reformas en Checoslovaquia avanzasen más rápidamente. Con la firma Caslavska asumía un compromiso político que iba a marcar profundamente su vida.

En vísperas de las Olimpiadas de México la deportista tenía presente que su eventual triunfo supondría un inestimable aliento al pueblo checoslovaco, humillado por la ocupación soviética.

Vera triunfó en México 68. En el abarrotado Auditorio Nacional sonó cuatro veces el himno nacional checoslovaco que la gimnasta escuchó en el podio con lágrimas en los ojos.

Antes de cada competición, Caslavska acariciaba en la villa olímpica de México su vestido de novia. A los 26 años estaba decidida a abandonar el deporte de alta competición, casarse y tener hijos. La boda de la gimnasta con el atleta checo Josef Odlozil, en la Catedral en el Zócalo de la Ciudad de México, fue muy especial. Cien mil personas acudieron para asistir a la ceremonia nupcial.

Al regresar a Checoslovaquia, Vera fue recibida como la reina de la gimnasia y como gran símbolo de que la Primavera de Praga no se marchitaría. La gimnasta regaló las réplicas de las cuatro medallas de oro conquistadas en México a cuatro máximos representantes del proceso democratizador de la Primavera de Praga, encabezados por Alexander Dubcek.

Vera estaba en el punto culminante de su carrera, siendo elegida en 1968 como la mejor deportista mundial y la segunda mujer más popular del planeta después de Jacqueline Kennedy.

Y de repente se produjo un dramático viraje en la vida de la deportista checa. El recrudecimiento del régimen comunista en Checoslovaquia, que se inició en 1969, precipitó a Vera Caslavska a la marginación. Durante 40 interrogatorios las autoridades comunistas instaron a Vera a retirar su firma del manifiesto democratizador «Dos mil palabras».

Pero a pesar de una atroz presión Cáslavská no revocó su firma. Como represalia, durante cinco años no pudo encontrar trabajo. En 1974, gracias a la valentía personal de los directivos del club Sparta de Praga empezó a entrenar clandestinamente a las gimnastas adolescentes. Siempre que acudían a las instalaciones del club visitantes oficiales, Caslavska debía esconderse.

A finales de los 70 el presidente de México, López Portillo, solicitó oficialmente a las autoridades checoslovacas que Vera Caslavska entrenara a las gimnastas mexicanas. La deportista trabajó en México de 1979 a 1981 con su marido Josef Odlozil que entrenaba a los atletas mexicanos. Ganó popularidad con su programa televisivo»Haga gimnasia con Vera». Durante la estancia en México se deterioraron las relaciones de Vera con su marido. El matrimonio acabó por divorciarse.

Cuando llegó en noviembre de 1989 la Revolución de Terciopelo, Vera pudo salir de su marginación que duró veinte años. El presidente Václav Havel la escogió como su asesora para los asuntos sociales y el deporte. Fue elegida presidenta del Comité Olímpico nacional.

En 1993 se abatió sobre Vera Caslavska una inesperada y cruel tragedia familiar. Su hijo Martín hirió en una riña a su exmarido Josef Odlozil de tal modo que éste fallecía un mes después. El joven fue condenado a cuatro años de prisión, pero benefició de un polémico indulto del presidente Havel.

Vera, atormentada por el drama familiar, cayó en un abatimiento síquico del que no logró sacarla ni la elección al Comité Olímpico Internacional. En 2001 renunció a este cargo, retirándose definitivamente de la vida pública.

jcrh