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Beisbol ¿un deporte perfecto?

Beisbol ¿un deporte perfecto?

NUEVA YORK, Estados Unidos.- Con cada inicio de una nueva temporada en Grandes Ligas se aspira el aroma a hierba recién cortada, sin embargo este deporte –la creencia- es un deporte aburrido que debe renovarse, si quiere captar adeptos.

La temporada regular consta de 2,430 partidos, un aproximado de 7,379 horas igual a 307 días de beisbol, un carrusel de emociones. No hay necesidad de sacrificarlos en el altar de la prisa para algunos supuestos nuevos fanáticos. Si no han aprendido a disfrutarlo como es, no van a aprender a disfrutarlo de ninguna manera.

En esta recién inaugurada campaña, se eliminó la base por bolas intencional, aunque fluye un océano convulso de estrategias exquisitas y juegos mentales. En el beisbol, la meditación ociosa y el empleo obsesivo de la inteligencia, son determinantes.



Hay que desarrollar una habilidad biomecánica más rápida que el pensamiento para poder conectar un lanzamiento a 90 millas, no a 100. Sin embargo, la destreza física –fluidez del swing-, poder de los brazos, giro de las caderas debe sustentarse todo el tiempo previo, muerto en apariencia, cuando el bateador se separa del cajón, el lanzador rodea la loma del pitcheo y el cátcher se acomoda el peto.

Los gestos son parte de la frivolidad del beisbol, cada quien hace un intento por descifrar al rival, no es posible batear una curva de Clayton Kershaw si antes no ha descubrirle que la lanzará; de la misma forma no se puede dominar a un portento como Miguel Cabrera, si antes entendemos como se le puede dominar. Él esperaba una recta y le han lanzado un slider.

Un partido de beisbol es de dos: el que se ve y el que se intuye, que no se haya homogeneizado al ritmo del futbol, de los aviones y de los tuits, no quiere decir resulte un deporte anticuado. Es un agujero negro de números y variables que ahogarían a cualquiera. Mientras más moderno, más mesurado y reflexivo.

“Es un juego diseñado para ser saboreado, no para atragantarse con él” dice la leyenda Bill Veeck.



En la temporada 2000, en plena época de esteroides, se pegaron 5693 jonrones en las Mayores, tantos como nunca. En 2016 fueron 5610. Vamos a tener números similares en los próximos meses, pelotas blancas incrustándose a toda velocidad en la pared de la noche.

No es de extrañar que este año, sin la sombra del dopaje, el récord se supere, lo que confirmaría que el béisbol es hoy el único deporte más eficiente que su trampa. Si esto no bastara, hay que decir que es un juego solar. Comienza en abril y termina en octubre. No tiene nada que ver con la infelicidad del hombre.

nytimes/r3



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Miedo en la frontera entre México-EU por los aranceles de Trump

AFP

Por: AFP

hace 4 días

Miedo en la frontera entre México-EU por los aranceles de Trump

En su camión cargado con vehículos Toyota, Raúl Hernández hace fila al amanecer para cruzar la frontera entre México y Estados Unidos, preocupado por los aranceles que anunciará el presidente estadounidense, Donald Trump.

Si Trump sigue adelante con su plan para imponer estos impuestos aduaneros y obligar a las empresas a mover su producción a Estados Unidos, muchos trabajadores en México van a sufrir, dice.

«Va a dejar mucha gente sin trabajo aquí», asegura este conductor de 37 años a la AFP, mientras espera en la cola para pasar a la vecina San Diego desde Tijuana.

Las fábricas que operan empresas extranjeras son vitales para la economía de ciudades fronterizas como Tijuana y sus miles de trabajadores, señala Hernández.

Muchos puestos de trabajo dependen de las exportaciones a Estados Unidos. «Si las plantas paran por los aranceles sí perjudica a México, perjudica a la ciudadanía mexicana».

Detrás de él, en la fila de camiones, Omar Zepeda también transporta camionetas Toyota Tacoma desde una planta cercana de esa armadora japonesa.

Al igual que Hernández, Zepeda está nervioso por el impacto de los aranceles.

«Va a bajar bastante el trabajo con nosotros, porque va a subir el producto (de precio) y va a haber menos compras», prevé este conductor de 40 años.

«Viene algo difícil»

Las ciudades industriales del norte de México albergan miles de fábricas gracias a beneficios fiscales y al acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

La mayor parte de las familias en Tijuana trabajan en «el transporte y la mano de obra», apunta Zepeda.

«La verdad está muy difícil lo que viene», asegura.

El gobierno de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, también reconoce esa incertidumbre. Ha optado por esperar a conocer los aranceles de Trump antes de anunciar un plan económico «integral» para hacer frente a esta nueva amenaza.

Durante su descanso en una planta de Toyota a las afueras de Tijuana, Apolos Velas dijo que estos gravámenes darían un golpe brutal a la ciudad.

«Mucha gente se va a quedar sin trabajo», dice.

Ojo por ojo

En Tijuana, donde la pobreza y el crimen no dan tregua, no solo los empleados de fábricas y del transporte dependen de los miles de millones de dólares del intercambio comercial entre México y Estados Unidos.

Charito Moreno, quien vende burritos a los camioneros en un puesto junto a la barda fronteriza, dice que los aranceles lastimarían a toda Tijuana si las plantas despiden trabajadores.

«Toda la gente depende de esas empresas», afirma esta mujer de 44 años.

Si las compañías acuden al llamado de Trump para mover su producción a Estados Unidos, «sería muy trágico para Tijuana porque pues mucho trabajador se quedaría sin empleo», dice.

Al salir de un camión que lleva equipo para albercas a Estados Unidos, Antonio Valdez dijo que ahora los transportistas tienen más papeleo que entregar.

«Un trámite salía en una hora. Ahorita tardan todo el día en hacer el cálculo y el pago de impuestos» ya vigentes, dice, tras comprar un burrito y seguir su camino hacia Estados Unidos.

Aunque Sheinbaum ha descartado una respuesta del tipo «ojo por ojo, diente por diente», el camionero Alejandro Espinoza cree que México debe responder a Estados Unidos donde duele. Si imponen aranceles, «ya no les vamos a mandar aguacates. A ver cómo le hacen», dijo sonriendo.

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