A Marieke Vervoort (38) se le acabaron las fuerzas. La campeona de los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 en atletismo anunció que está preparada para someterse a la eutanasia porque ya no soporta más «tanto dolor». Llegó su momento, dado que había preparado todos los papeles hace casi diez años.

“No quiero sufrir más, esto es muy difícil para mí, cada día me deprimo más y más. Nunca tuve esos sentimientos pero no puedo más”, relató la ganadora de tres medallas a The Telegraph, desde una cama del quinto piso del Hospital Universitario de Bruselas, Bélgica.

A causa de una tetraplegia progresiva incurable que tiene desde los 14 años, su cuerpo está paralizado hasta el pecho y sus dedos cada vez la obedecen menos: «Nunca he experimentado esos sentimientos. Estoy llorando mucho».

Desde chica, y como consecuencia de su enfermedad, sufre desmayos a lo largo del día y dolores en las piernas que tiene que atender con diferentes medicamentos. Pero con el paso de los años su estado de salud se fue agravando.

Hace cuatro meses, la atleta padece frecuentes espasmos y su neurólogo aseguró que no son ataques epilépticos sino que su cuerpo “grita que ya no puede más”. Además, perdió parte de la visión, no logra concebir el sueño por más de cuatro horas seguidas y apenas puede comer.

«Un neurólogo se quedó conmigo toda la noche mientras tuve un espasmo tras otro. Él dijo que no era un ataque epiléptico, sino solo el cuerpo que gritaba: ‘Tengo tanto dolor. Ya he terminado'», explicó.

Una vida olímpica

Siempre fue consciente de la gravedad de su estado y en 2009 expresó por primera vez la posibilidad de ejercer el derecho a una muerte asistida ante una condición de salud terminal. Sin embargo, quiso seguir adelante con su carrera deportiva hasta el límite de sus posibilidades.

La vida la premió. En los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 obtuvo dos medallas, una de oro y otra de plata en carreras en silla de ruedas de 100 y 200 metros respectivamente.

En 2015 se consagró campeona en el Mundial de Atletismo de Doha cuando cubrió los 200 metros en 35,9 segudos -apenas dos centésimas por encima del récord europeo-.

Vervoort colmó de expectativa a sus seguidores en Río 2016, cuando llegó a los Juegos afirmando que «todavía no era el momento de morir». Ganó la medalla de plata en la categoría de 400 metros en silla de rueda. «Cuando llegue el momento, cuando tenga más días malos que buenos, entonces tendré mis papeles de eutanasia, pero ese momento aún no ha llegado», había dicho a los periodistas después conseguir el segundo puesto.

El 2018 será el último año de su vida. Ya cumplió con todos los requerimientos de la ley belga (que legalizó la eutanasia en 2012): dos médicos firmaron los documentos avalando la situación.

El encargado de aplicarle la inyección letal será el doctor Wim Distelmans, quien «le salvó la vida» en varias oportunidades, pero aún no se confirmo cuándo. «Si no estuviese aquí, me habría matado. Es muy difícil conseguir una fecha, siempre que les hablo, me dicen: ‘¿Estás segura, Marieke? ¿Realmente estás segura?'».