* El New York Times criticó que la isla «no se había enfrentado nunca totalmente a su propia historia de racismo»
* Un caricaturista australiano recibió numerosas críticas por un dibujo de la tenista Serena Williams, por el que fue acusado de racismo y sexismo
En muchos aspectos, Australia podría ser un anuncio para el multiculturalismo. Pero una polémica viñeta de Serena Williams reavivó las acusaciones de que uno de sus males es el racismo.
Por el reclamo de Serena Williams al juez de silla, fue multada por la cantidad de 17,000 dólares por tres infracciones al reglamento en el partido que perdió el sábado contra Naomi Osaka, de Japón, por la final del Abierto de Estados Unidos, dijo la Asociación Estadounidense de Tenis a CNNSports.
El dibujante australiano Mark Knight caricaturizo el enfado de Serena Williams en la final del US open. Una viñeta que no gustó a la escritura J.K Rowling, que la tachó de «racista y sexista». » La caricatura es sobre su mal comportamiento en la cancha.
El dibujante australiano Mark Knight caricaturizo el enfado de Serena Williams en la final del US open. Una viñeta que no gustó a la escritura J.K Rowling, que la tachó de «racista y sexista». » La caricatura es sobre su mal comportamiento en la cancha. pic.twitter.com/zwXZOYPTlD
— Ykuribe (@Ykuribe) September 11, 2018
El país debería ser un ideal de diversidad, dado que uno de cada dos australianos tiene uno de sus padres nacido en el extranjero. Registra un crecimiento económico desde hace 27 años. La inseguridad casi no es un tema. Melbourne y Sídney figuran entre las ciudades con mejor calidad de vida del mundo.
En cualquier ciudad mediana de la inmensa isla continente se puede constatar que Australia es la ilustración misma del «melting pot», mezcla de neozelandeses, chinos, irlandeses, filipinos, británicos, vietnamitas, italianos, indios, griegos y libaneses.
Pero esta diversidad étnica, cultural y lingüística desentona con la reputación que tiene Australia, la de ser un país de blancos prisioneros del pasado.
El mismo contraste se vio en las reacciones a la viñeta de un dibujante humorístico australiano que representaba a una Serena Williams con labios gordos y aspecto masculino: a las denuncias escandalizadas en el extranjero los australianos respondieron mayoritariamente con un encogimiento de hombros.
Tras la publicación de la caricatura de la estrella estadounidense del tenis, un editorial de la CNN presentó Australia como «el país racista más simpático que existe». El New York Times criticó que la isla «no se había enfrentado nunca totalmente a su propia historia de racismo».
Numerosos australianos reconocen que hay un problema.
El recuerdo de colonos europeos aterrorizando a la comunidades aborígenes sigue muy vivo y las desigualdades entre los dos grupos son abismales.
– Exageración –
Los insultos racistas abundan. La política migratoria discriminatoria llamada de la «Australia blanca» no fue desmantelada hasta los años 1970. La política actual en la materia es sumamente dura, con los indocumentados relegados a islas del Pacífico, y contribuye también a manchar la imagen del país.
Pero muchos australianos creen también que el problema es exagerado.
«Una parte de la sociedad australiana es racista», admite John Blaxland, profesor de seguridad internacional en la Universidad Nacional Australiana. «Pero los hay en todos los países. Cíteme un país donde no los haya».
La Australia moderna «es una vibrante sociedad multicultural» que integra a casi 200.000 migrantes cada año, agrega.
Según él, «¡Australia es una historia de éxito! La gente se muere de ganas de venir aquí, en sentido propio y figurado. ¿Por qué es tan deseable este lugar? No es por el racismo».
Algunos especialistas consideran que el endurecimiento de la vida política y el auge de los medios de comunicación de derechas contribuyen a dar esa impresión de una sociedad que sería socialmente ciega y sorda.
Para Duncan McDonnell, profesor en la escuela de administración de la Universidad Griffith, la decisión del Partido Liberal (conservador) de apropiarse en los años 1990 de los mensajes de la derecha dura allanó el camino a los prejuicios en el lenguaje corriente.
Figuras como la populista Pauline Hanson, antaño marginada, ven cómo sus ideas saltan al centro del ruedo político.
– «Monetización del racismo» –
La estrategia de los conservadores era «por un lado matar al mensajero y por otro robarle parte de su mensaje», considera el profesor McDonnell.
«Empezaron a ser explícitamente mucho más duros sobre la inmigración y sobre temas relativos a los aborígenes e indígenas del estrecho de Torres».
Como en otros países, el estancamiento de los salarios contribuyó a amplificar este tipo de mensaje, igualmente transmitido por los medios conservadores, Sky News o diarios como el Herald Sun, que publicó dos veces la viñeta de Serena Williams.
Ambos son propiedad del magnate Rupert Murdoch y, a imagen de sus otros órganos de prensa en Estados Unidos y el Reino Unido, canalizan y refuerzan los sentimientos populistas.
El excomisario encargado de la discriminación racial Tim Soutphommasane denuncia una «monetización del racismo», y acusa a estos medios de haber adoptado una línea dura como modelo económico para contrarrestar la pérdida de audiencia.
«Basta con ver la respuesta del Herald Sun para entender cómo funciona. Se busca sacar tajada del escándalo, convertirlo en portada y hace dos días de cobertura», dijo a la AFP.
Sin embargo, los datos de la Universidad Nacional Australia muestran que los australianos son mucho más tolerantes ahora que en los últimos 30 años. Los sondeos realizados desde 1987 sobre temas como las poblaciones indígenas y los solicitantes de asilo muestran que las mentalidades han evolucionado considerablemente.
Soutphommasane lo reconoce. Si el racismo es un problema grave, los medios de comunicación y la clase política australiana que acaparan tanta atención «no reflejan el carácter multicultural» del país.
Información e imagen: AFP
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