Futbol, barbarie y estupidez | Digitall Post : Digitall Post
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Futbol, barbarie y estupidez

Futbol, barbarie y estupidez
Por: Sergio Villaseñor

Los griegos pensaban que los bárbaros eran aquellos individuos faltos de cultura, llenos de rusticidad, aquellos que hablaban lenguas extranjeras y apenas balbuceaban el griego.

Aristóteles dejó a los bárbaros al margen de la humanidad porque en realidad era imposible conversar con estos seres que desconocían profundamente el logos (la capacidad de raciocinio).

El imperio romano, siguiendo el ejemplo de Alejandro Magno, construyó otra idea de barbarie, pues asimilaba la cultura de los pueblos conquistados y permitía que éstos participaran de la cultura romana. De esta manera se era bárbaro no por hablar mal el latin, sino por estar fuera del orden romano.



El fútbol es un deporte que alía la pausa y la agitación, el deseo y la angustia, la belleza y la furia. Es también un duelo de sentimientos y de aficiones. Pero es un juego al fin, sólo un juego. Un juego que muchos bárbaros no tienen la capacidad de separar.

El día de ayer se congregaron aficionados en las instalaciones del Club América para demostrar su apoyo ante el «mal momento» que está pasando el mediocampista colombiano Darwin Quintero, recibiendo como moneda de pago la gélida indiferencia.

https://twitter.com/record_mexico/status/961012708664541184

El hecho de la idolatría resulta humillante per se, y más aun, cuando al ponerte de tapete para un ídolo, éste te desdeña y no muestra ni un ápice de interés. La idolatría es una conducta absurda que va de la mano de la estupidez, y que suele conducir a quien la practica a realizar actos inconscientes e irracionales que incluso rayan en lo absurdo. Como en el caso de estos aficionados cremas, quienes en su pequeño mundo creyeron que este acto de solidaridad conmovería al soberbio jugador.



Ejemplos para dar con respecto al fanatismo tenemos para aventar al cielo. No vayamos lejos, quedémonos con el equipo de Coapa y recordemos a los muchos aficionados que fueron a recibir al aeropuerto a Jérémy Ménez como héroe salvador de un equipo carente de personalidad. Dudo mucho que el grueso de estos hinchas, un mes antes quizá, hubieran sabido quién era o dónde y cómo jugaba; sin embargo, fueron acarreados a la más pura usanza de la política mexicana para vitorear a su nuevo ídolo y de paso justificar con plenitud la contratación bomba que la maltratada dirigencia de Coapa realizó en su plan “Recuperemos trascendencia ante el poder regio”.