REINO UNIDO.- Josep Guardiola ha llegado a su punto de no retorno. Su arribo al Manchester City, fue con aura de gran campeón, merced a los tres títulos de Bundesliga logrados con al Bayern Munich y por supuesto, sus brillantes antecedentes con el Barcelona, equipo al que guió a 14 títulos, entre ellos tres Ligas, dos Ligas de Campeones y dos Mundiales de Clubes.
Pero con los Citizens, por alguna razón no ha logrado llenar las expectativas. Claro, marchan segundos en la Liga Premier y están clasificados para los octavos de final de la Liga de Campeones… pero en la Copa de Inglaterra fueron incapaces el sábado de derrotar a un equipo de segunda división, con el que tendrán que jugar un duelo de desempate.
Estos picos tan marcados, han obligado carretadas de críticas, muchas de ellas sobre su obsesión por la posesión del balón.
También vale la pena destacar, que este segundo puesto, se ha debido en gran medida al hundimiento de Liverpool y el Arsenal en enero.
Claro está, que no todo lo implementado por Guardiola puede ser criticado. El juego practicado por el City ha brindado algunas grandes tardes. Posesión, pases cortos, goles, juego ofensivo: una coreografía liderada perfectamente por jugadores como Kevin de Bruyne, David Silva, Leroy Sané o Raheem Sterling.
En las seis primeras jornadas, todo funcionó como un reloj suizo, con seis victorias que hacían soñar a la grada del Etihad Stadium. La prensa no ahorraba entonces en elogios. Incluso hasta se publicaban artículos alabando su estilo de vestir y su referencia como icono de moda.
Pero al igual que ocurre en la vida, el idilio llegó a su término. Los errores defensivos empezaron a pasar factura y el Chelsea tomó los mandos de la clasificación, abriendo una etapa en la que el City alternaba victorias cómodas con tropiezos con una cierta regularidad.
Las decisiones del entrenador catalán no han sido siempre comprendidas y su actitud tampoco. Claro ejemplo, lo ocurrido con Yaya Touré, quien primero relegado por el estraga español y hoy, considerado como pieza importante en el engranaje del City.
Si ha llegado un momento en el cual Guardiola tiene la oportunidad de callar bocas, entonces la ronda de eliminación directa de la Liga de Campeones, puede ser el escenario y momento idóneo.
jcrh