La Concacaf es una institución que se dedica a hacer negocios a lo grande, y vaya que saben hacerlos a costa de la pasión desbordada que causa el balompié en la zona norte del continente americano.

Por algo los altos mandos del futbol no han querido mezclar la Conmebol con la Concacaf, y cada quien se queda con su millonario negocio.

Porque si te pones a pensar fríamente, ¿crees que un Perú contra Brasil llenaría los estadios estadounidenses y crearía tanta euforia y derrame económico como un México contra Estados Unidos en Chicago?

No.

Lo mismo pasa si trasladas la final de la Copa Oro a Brasil o Argentina, quizás ni se llene el Estadio de Boca o el Maracaná en una tercera parte.

La final del torneo de Concacaf

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Pero bueno, hablemos de lo deportivo, aunque, en este caso la situación futbolística sea un tanto pobre, salvo una que otra individualidad.

Como lo es el caso de Christian Pulisic, futbolista estadounidense que marcó el gol 900 de la historia de la Copa Oro frente a Jamaica y juega para el Chelsea.

Del lado mexicano podríamos mencionar a Guardado por su experiencia.

O Antuna que ha marcado la diferencia, cuando ni siquiera iba a ser tomado en cuenta.

Porque Raúl Jiménez ha cumplido en anotar los goles necesarios en momentos indicados.

Pero no ha sido la gran revelación del torneo y regaló el primer penal contra Costa Rica.

Tanto México como Estados Unidos están en uno de los momentos más carentes de buen futbol.

Pero el negocio era que los dos llegaran a la final, y así sucedió.

Veremos qué nos regala el clásico de Norteamérica en la final de la Copa Oro.