MÉXICO.- El Papa Francisco concretó este 2016 su primera visita a México como máximo jerarca de la Iglesia católica.
Los seis días de estancia, del 12 al 17 de febrero, fueron suficientes para que su viaje pastoral abarcara la Ciudad de México, el municipio mexiquense de Ecatepec; San Cristóbal de las Casas, Chiapas; Morelia, Michoacán, y Ciudad Juárez, Chihuahua.
La constante durante su gira pastoral a México por esos rumbos tan distintos y algunos tan distantes del territorio nacional, del centro, sureste y frontera norte, fueron los fieles mexicanos que se volcaron con fe cada día al encuentro de Jorge Mario Bergoglio para mirarlo, escucharlo y recibir su bendición.
Al pisar suelo mexicano, a las 19:31 horas del viernes 12 de febrero, el viento fuerte y frío en el Hangar Presidencial contrastó con la cálida bienvenida al Pontífice que encabezaron el presidente Enrique Peña Nieto y su esposa Angélica Rivera.
El Papa bendijo un cofre de tierra mexicana que le entregaron niños de cinco estados del país ataviados con sus trajes típicos.
Para su primera caminata saludando a los fieles emocionados por su cercanía, Francisco salió de la alfombra roja, escuchó “Luz” y “El Son de la Negra”, se puso el sombrero que le ofreció uno de los mariachis.
Tras saludar a los secretarios de Estado y reunirse en privado con el presidente, abordó el papamóvil que lo llevaría, como cada día aquí, a descansar y pernoctar a la Nunciatura Apostólica.
Inició así su gira pastoral, viajando también en autos cerrados, helicópteros y lo que tuviera que ser para alcanzar cada uno de los destinos que se había propuesto, en actividades oficiales y religiosas.
Los temas a tratar durante su estancia fueron seguridad, derechos humanos de los indígenas, el futuro de los jóvenes, la familia, la reinserción social y la defensa de los migrantes, entre otros.
El 13 de febrero, al recibir por primera vez a jefe del Estado Vaticano en Palacio Nacional, sede del Ejecutivo federal, Peña Nieto expresó que esa gira refleja la buena relación entre la Santa Sede y México, trasciende el encuentro entre dos Estados, “se trata del encuentro de un pueblo con su fe”.
El Papa se reunió después con obispos en la Catedral Metropolitana y bendijo a los miles de devotos en el Zócalo. La tarde de ese sábado, al oficiar misa en la Basílica de Guadalupe, el Papa exaltó: “no estamos solos, ella va con nosotros”, e hizo realidad su deseo de rezar a solas frente a la imagen de la Virgen de Guadalupe; ahí vio también a San Juan Diego, nombrado patrono de los floristas.
El 14 de febrero, la también presidenta del Consejo Consultivo Ciudadano del DIF, Angélica Rivera de Peña, encabezó la comitiva que recibió al Papa Francisco en el Hospital Infantil de México.
Entre gritos de “Francisco” y “Papa, te queremos”, el Pontífice inició su recorrido y, al acercarse a saludar a una paciente, ella le ofreció un presente y le cantó en latín el Ave María, de Franz Schubert.
Otra niña le gritó: “Francisco, te amo”, a lo que respondió: “reza por mí”. El Pontífice invitó a los pequeños pacientes con cáncer a cerrar los ojos y pedir lo que su corazón quisiera, para enseguida rezar el Ave María, y agradeció al personal del hospital que no sólo dan medicamentos, sino también “cariñoterapia”.
En el municipio más poblado del país, Ecatepec, Estado de México, el Papa llegó en helicóptero y en domingo para iniciar a las 11:00 horas la misa en el predio “El Caracol”, donde destacó que la riqueza, vanidad y orgullo son las tres tentaciones a enfrentar cada día; además, que la Cuaresma es tiempo para abrir los ojos y combatirlas.
Invitó a los 300 mil asistentes a apoyar las iniciativas para hacer de México una tierra de oportunidades, donde “no haya necesidad de emigrar para soñar, ni de ser explotado para trabajar”.
Después, Bergoglio almorzó en el Seminario de Ecatepec, y más tarde ofició misa en el Centro de Estudios Superiores del lugar.
La mañana del lunes 15 de febrero, a su llegada a Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, un matrimonio tzotzil y otro zoque entregaron al Pontífice un bastón de mando, una corona y un collar de flores, entre música de marimbas y el tañer de las campanas de la Catedral, parroquias y capillas de Tuxtla Gutiérrez que lo recibieron al unísono.
Tras viajar en helicóptero a San Cristóbal de las Casas, ofició una homilía en el Centro Deportivo Municipal para 100 mil fieles, unos 10 mil de ellos indígenas, representantes de 56 etnias. Al Papa le llamaron “Tatik”, que significa “padre”, como solían nombrar al fallecido obispo de esa Diócesis, Samuel Ruiz García.
Al interior de la Catedral de San Cristóbal, el Pontífice depositó un arreglo floral y oró de pie frente a la tumba de obispo Samuel Ruiz, defensor de los derechos indígenas. El Papa Francisco autorizó la ordenación de diáconos indígenas y que sus idiomas se utilicen en la liturgia.
Sobre los pueblos indígenas, pidió hacer un examen de conciencia para aprender a pedir perdón, porque han sido incomprendidos y excluidos, porque en la sociedad algunos consideran inferiores sus valores, cultura y tradiciones.
En Tuxtla Gutiérrez, el Pontífice se reunió con familias, destacó su importancia, aun cuando reconoció las dificultades que implica vivir en familia, ya que no es fácil. Al tiempo que criticó a la sociedad que se obsesiona por el lujo y el confort.
La gira pastoral a Michoacán se concretó el 16 de febrero, al recibir a Francisco en Morelia con la tradicional Danza de los Viejitos, de ahí se dirigió al estadio Venustiano Carranza, donde, ante seminaristas, sacerdotes y religiosas, exaltó la figura del “Tata” Vasco de Quiroga, misionero y defensor de los indígenas.
El Papa llamó cultivar la memoria, a no resignarse ante un ambiente de violencia, narcotráfico y nulo respeto a la vida humana. En la Catedral convivió con 600 menores de edad, y en el atrio escuchó un coro de niños y jóvenes, a quienes pidió mantenerse en el arte y el deporte, y les aconsejó que “nunca se dejen pisotear”.
En el estadio “José María Morelos y Pavón”, ante miles de jóvenes, dijo que uno de los mayores tesoros de esta tierra tiene rostro joven, y que “Jesús nunca invitaría a ser sicarios, porque él quiere discípulos. Jamás mandaría a sus hijos a la muerte”.
Hacia el final de su visita a esta ciudad, se armó una verbena, el Papa se unió a cantar con los jóvenes, y al acercarse el Papa dio una lección con su “¡No seas egoísta!”, expresión que le salió de manera natural hacia a un muchacho que se aferró a su mano y lo hizo tropezar sobre un niño con discapacidad.
El miércoles 17 de febrero visitó Centro de Rehabilitación Social Número 3, en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde ofició una homilía y expresó que la reinserción social “comienza insertando a todos nuestros hijos en escuelas y a sus familias en trabajos dignos”. “La mejor inversión es crear oportunidades”, remató.
En el recinto ferial de la ciudad fronteriza, el Papa celebró una misa multitudinaria y binacional ante mexicanos y estadunidenses, donde calificó de terribles las injusticias que sufren los migrantes al intentar llegar a Estados Unidos por tren, carretera e incluso atravesando cientos de kilómetros por montañas y desiertos.
Elogió la ayuda de las nuevas tecnologías para que ninguna frontera impida compartir la oración, el canto y la celebración juntos de “ese amor misericordioso que el Señor nos da” y agradeció a los fieles de El Paso reunidos en el estadio Sun Bowl, por “hacernos sentir una sola familia”, una misma comunidad cristiana.
Al término del último acto y misa, con lo que cerró su gira pastoral, en la explanada El Chamizal, el Pontífice agradeció a los mexicanos por abrirle las puertas de sus vidas y nación, a las autoridades y a todos quienes colaboraron, aun desde el silencio, para hacer de esos cinco días “una fiesta de familia”.
El Papa agradeció “tan cálida hospitalidad mexicana”, y externó que su visita “ha sido sorprendente, México es una sorpresa”. Después se trasladó al aeropuerto Abraham González, donde lo despidieron el presidente Peña Nieto y su esposa, hasta abordar avión con la leyenda Misionero de paz, que lo llevó a Roma.
con información de Notimex
jcrh