Es cuestión de horas para dar inicio a la tan esperada fiesta de verano, una justa -Río de Janeiro- que ha estado rodeada de tantos imponderables que frente al virus del Zika, los presuntos héroes de la era moderna, tendrán que esforzarse, porque al otro lado de la meta, les espera la gloria y el triunfo; pero el principal oponente lo dicta el reloj.
Cada edición, surgen los retos, marcas inquietantes que indudablemente habrán de polarizar la atención de los presentes en el estadio como de quienes seguirán a través del televisor, quienes serán los nuevos monarcas que vengan a ocupar un sitio con los grandes en el Olimpo..
El irrepetible salto de Bob Beamon en la altura de México, ha logrado resistir el paso del tiempo y se convierte en la marca más añeja del atletismo; pasando por una ignota Nadezhda Olizarenko, rusa reina de los 800 metros en los Juegos Olímpicos de Moscú a la que su marca 1:53:43 segundos se mantiene vigente, hasta el genial Usain Bolt, que enfrenta sus terceros juegos con la opción de ganar tres veces oro en 100 metros, 200 y relevo corto, pero también las marcas en 100 y 200 metros planos.
La aparente facilidad conque vence, sus marcas serán el gran rival, el 9’63 de Londres 2013 en 100 metros, seguro será mejorada en Río, recordemos en Berlín 2009 implantó la marca mundial de 9’58; en 200 tendrá que mejorar el 19’30 de Beijing, el crono mundial en su poder es de 19’19.
Cuando se produjo el sensacional brinco de Bob Beamon, los presentes en el estadio de CU aplaudieron a rabiar por el 8.90 metros considerando los muchos impedimentos como la altura de la Ciudad de México, su marca, no ha perdido vigor en JO, aunque en el ranking mundial, Mike Powell rompiera la barrera con 8.95 en los mundiales de Tokio, pero la marca se resiste a morir como récord olímpico, Greg Rutherford campeón olímpico y mundial vigente se cotiza favorito con un brinco de 8.41 metros.
Con el hambre que devoran marcas en las distancias medias, los atletas africanos, es muy extraño que el 8:05:51 impuesto por Julius Kariuki de Kenia, en los Juegos Olímpicos de Seúl ’88, continúe de marca olímpica. Para Río de Janeiro es previsible que Paul Kipsiele Koech, de Kenia (7:54:31), y Ezekiel Kemboi (8:18:56), medallista olímpico de Londres 2012, buscarán se3r el número uno y un registro de altura.
La leyenda quedó marginada, imposibilitada para repetir sus hazañas de 2004 y 2008, cuando ganó el oro olimpico luego del bronce en Londres 2012, su estrella vino a menos. Su marca olímpica de 5.05 en salto con garrocha sigue intocable desde 2008 y no se puede certificar que la cubana Yarisley Silva (4.91) sea capaz de borrar su nombre.
Nadehzda Olizarenko tiene el privilegio de poseer la marca más antigua del atletismo femenino en una cita olímpica. En los Juegos de Moscú ’80 y tras el veto de EEUU y sus aliados, Olizarenko dejó un impresionante 1’53″43”’ para los 800 metros. La actual medallista olímpica Mariya Savinova, también de Rusia, tiene 1’56”19”’ como su mejor marca, pero está muy lejos.
Michael Johnson fue la figura más dominante en los 200 y 400 metros en la década de los 90. Su tiempo de 43:18 en 400 metros, en los mundiales de Bruselas, es el récord mundial vigente y su 43:49 logrado en los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996 siguen como marca olímpica. Expertos estiman que LaShawn Merritt (43’65”) y Wayde van Niekerk (43’48”) podrían derrumbar una marca que empieza a hacerse añeja.
Habrá que remontarse hacia 1988 cuando la velocista Florence Griffith Joyner se convierte en leyenda, 10’54 un crono en los 100 metros en Seúl 88 gana el oro y marca 21’34 en los 200, se consagra como reina de aquella edición olímpica. Ambas marcas parecen estar a salvo aunque el 10’74 de Shelly-Ann Fraser y Englis Gardner hacen germinar esperanzas dentro del hectómetro.
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