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Burnout ¿nueva depresión del siglo XXI?

Burnout ¿nueva depresión del siglo XXI?

REINO UNIDO,-  Todo comenzó con una sensación de pesadez mental y física, presente en todo lo que hacía, desde sus tareas laborales hasta las cuestiones más mundanas. Todo le quitaba energía y cada vez se advertía más complicado concentrarse, sin embargo cuando trataba de relajarse, se encontraba checando de forma constante, obsesiva los correos de su trabajo.

Ella es la doctora Anna Katharina Schaffner, profesora de la Universidad de Kent, sin pretenderlo se convirtió en víctima de «la epidemia del agotamiento». Esta sensación es y le resultó familiar a incontables personas, entre las cuales figuras como el papa Benedicto XVI o la cantante Mariah Carey, diagnosticadas con agotamiento. Circula de boca en boca, es una enfermedad moderna, propia de la bulliciosa vida del siglo XXI.

Fue la pregunta que se formuló Schaffner, especializada en Historia de la Medicina, en una investigación sobre el agotamiento publicada con el título «Exhaustion: A History». La doctora entonces recreó un relato que indaga sobre la «epidemia» que es cada vez más común.



En la actualidad el agotamiento es una preocupación alarmante, entre los médicos alemanes reveló que el 50% de los profesionales de la salid estaban sufriendo de burnout, síndrome que se caracteriza por la presencia prolongada de estrés producido por el trabajo y cuyos síntomas incluyen fatiga crónica e ineficiencia laboral.

Sin embargo, los hombres y mujeres parecen lidiar con el burnout de maneras diversas: en una encuesta realizada en Finlandia se descubrió que era más común que empleados varones que se encontraban agotados se tomaran una licencia por enfermedad más prolongada que sus colegas femeninas.

Algunos creen que el burnout es en realidad otra forma de llamar a la depresión, pero sin el prejuicio y el estigma que se le suelen adjudicar a la última. En su libro, Schaffner cita un artículo de un diario alemán que afirma que el burnout es una «versión de lujo» de la depresión, usada en profesionales con prestigiosas trayectorias.

En general, sin embargo, las dos afecciones son consideradas distintas. «Los teóricos concuerdan en que la depresión conlleva una pérdida de la autoestima, o incluso odio o desprecio a sí mismo, lo que no ocurre durante un burnout, donde la imagen de uno mismo en general permanece intacta», explicó Schaffner. «El enojo en el burnout está dirigido hacia la empresa o la organización para la que uno trabaja, o hacia los clientes para los que uno trabaja, o hacia el más amplio sistema económico y sociopolítico».



El burnout tampoco debería confundirse con el síndrome de fatiga crónica (SFC), que incluye doloroso agotamiento físico y mental y que dura cerca de seis meses.

Según una teoría, el cerebro del ser humano no está lo suficientemente evolucionado como para lidiar con un ambiente de trabajo moderno. El creciente énfasis en la productividad -y la necesidad emocional de probar que uno es merecedor de un determinado puesto- deja a los trabajadores en un estado permanente de «lucha o huida», una respuesta fisiológica ante la percepción de ataque o amenaza a la supervivencia. Pero si uno se enfrenta a ese tipo de presión a diario, se debe soportar una oleada constante de hormonas de estrés.

Como si esto fuera poco, para muchos, la presión no termina con el trabajo. Las ciudades -y los dispositivos móviles- no paran de estar activas durante las 24 horas del día. Esta cultura de «siempre en movimiento y siempre alerta» hace que sea difícil descansar tanto durante el día como durante las noches. Sin oportunidades para recargar las mentes y los cuerpos, las baterías del ser humano están siempre bajas.

Esa al menos parece ser la teoría. «El agotamiento siempre estuvo presente durante la historia de la humanidad», explicó Schaffner, que supo encontrar menciones a diferentes tipos de agotamientos desde la época de los griegos hasta la época en el que el cristianismo tomó poder en la sociedad occidental, donde en general se le otorgaba a esta enfermedad una explicación o religiosa o astrológica. «Lo que cambia a través de la historia son las causas y los efectos del agotamiento. Además, hoy sigue siendo muy difícil saber si una enfermedad es puramente mental o física, porque en general es un poco de las dos».

Schaffner cree que el estrés de la vida moderna proviene en parte de la mayor autonomía del ser humano, ya que cada vez más los trabajos proveen más libertad para que uno se maneje sus propias actividades. Sin límites marcados, la gente suele agotarse de más. «Manifiesta una sensación de no sentirse merecedor o miedo a no cumplir con las expectativas», aclaró. También aseguró que la tecnología es otro factor de estrés, ya que gracias a ella hoy es casi imposible dejar el trabajo en el ámbito laboral.

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