LA HABANA, CUBA,-  Mientras el «deshielo» termina por convertirse en CO2 con Estados Unidos, otros países en aras de colaborar con Cuba se han ofrecido; China ensamblará autos eléctricos en la isla y Rusia trajo a La Habana un microbús para servicios de taxi y en apoyo al necesitado transporte terrestre cubano.

Salvador Pardo, ministro cubano de Industrias, asumió esta semana como un paso importante en la apertura del país a las inversiones extranjeras el ensamblaje de esos automóviles «en los próximos años». Una ronda de negocios entre ambas naciones en la capital cubana decidió el inicio de entrenamientos de especialistas locales para «armar» en Cuba esos vehículos, «en los próximos años».

Miao Wei, ministro chino de Industrias y Tecnologías de la Información, anunció de hecho, sin divulgar fechas, el primer curso sobre esta compleja actividad industrial, que aún se desarrolla en el mundo.

«Son los primeros pasos que se dan en esa dirección y llevará tiempo y recursos definir los proyectos de inversión futura», aclaró el ministro Pardo a periodistas locales durante una Convención Internacional de la Industria Cubana (CubaIndustria-2016).

Los autos eléctricos, con un radio de autonomía de 50 kilómetros, son parte de varios proyectos de inversión «dirigidos a potenciar la producción de equipos electrodomésticos, el transporte ferroviario y de personal, así como también los bienes de consumo que permitirán reducir las importaciones» cubanas, explicó la prensa.

El transporte terrestre es uno de los dolores de cabeza económicos que tienen hace décadas las autoridades cubanas, que no han podido encontrar una solución estable para el sector, pese a probar muchas iniciativas. Rusia, que asistió a la convención como invitada especial, hizo su propio anuncio vinculado a esa rama, que sufre una escasez persistente de vehículos para el transporte masivo diario.

El grupo ruso Gaz y su representante en Cuba, la firma Ivekta, trajeron al país un microbús para probarlo en las calles como futuro taxi en La Habana y otras ciudades. Tiene una capacidad para para 18 pasajeros sentados, ventanillas panorámicas, climatización y «hace» entre 11 y 9 kilómetros recorridos por cada litro de diesel aproximadamente, en velocidades entre 60 y 80 kilómetros por hora. Es especial para medias distancias.

Una modalidad destinada a aliviar los problemas del transporte colectivo cubano ha sido la creación de cooperativas privadas a las cuales el estado entrega microbuses, aunque hasta ahora con años de explotación.

Antes de cortarse todas las relaciones con Estados Unidos a inicios de la década de los años 60, la absoluta mayoría de vehículos de todo tipo, incluyendo locomotoras, que se movían en este país eran de fabricación estadounidense.

El «deshielo» ha traído la posibilidad de que vuelvan las importaciones de ese tipo desde el país vecino, pero aún las impide el embargo que aplica Washington desde hace cerca de 60 años.

En el transporte aéreo y náutico, sin embargo, las dos naciones establecieron tratados importantes que posibilitarán numerosas rutas regulares antes del fin de 2016. Por mar, un crucero de la empresa Carnival, el Adonia, realiza un itinerario para Cuba tras recibir los permisos de los dos gobiernos.

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