BRASILIA, BRASIL.- Con 61 votos a favor y 20 en contra, el Senado de Brasil votó por la destitución de Dilma Rousseff como presidenta del país. Con la separación de su cargo, se pone fin a 13 años de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) en el país más grande de América Latina.

Los partidarios de Rousseff parecían resignados a la probabilidad de que más de dos tercios de los 81 senadores la condenen por violar las leyes presupuestarias del país, el umbral para su destitución. La primera presidenta de Brasil ha negado los cargos y señalando que el proceso de destitución pretende proteger los intereses de la elite económica de país y deshacer los programas sociales que sacaron de la pobreza a millones de brasileños.

En cambio, sus rivales destacaron la posibilidad de dar vuelta la página tras una larga crisis política, acompañada por la peor recesión en generaciones y un masivo escándalo de corrupción en la compañía estatal Petrobras.

Con la destitución de Rousseff, se espera una difícil transición para el conservador Michel Temer, que ha servido como presidente interino desde que en mayo comenzó el juicio en el Senado y completaría el mandato hasta 2018.

Temer se ha comprometido a impulsar una economía que acumula seis trimestres consecutivos contrayéndose y a poner en práctica medidas de austeridad para tapar un déficit presupuestario récord, que costó a Brasil la calificación de grado de inversión el año pasado.

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