GINEBRA, SUIZA.- En el mundo, la diabetes tanto de tipo 1 ó 2, es la causa principal de la amputación de miembros inferiores al grado que se registran al año, un millón de casos de pérdida de pies o piernas.
Estas son cifras muy altas, especialmente si se tiene en cuenta, que la mortalidad ligada a esta cirugía es del 30% en los treinta días siguientes a la operación y del 50% después del transcurso de un año, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
Con esto en mente y con la idea de acabar con el llamado «pie diabético», universidades y hospitales suizos, se han dado a la tarea de crear y desarrollar un nuevo concepto de calzado. Este «zapato inteligente», tiene como meta, reducir los riesgos de la enfermedad gracias a un sistema de suela cuya rigidez se adapta a la vida diaria de los pacientes.
Y es que se ha descubierto que el 85% de amputaciones en pacientes diabéticos viene precedido de una úlcera en el pie por la alta presión. Así, modular la presión de la suela podría evitar tener que recurrir a estas soluciones tan extremas.
En la actualidad, estas úlceras no se controlan bien porque se complican con una neuropatía periférica. Esto se traduce en una pérdida de sensibilidad ante el dolor de la zona afectada, lo que provoca que no “salten las alarmas” como sucedería en cualquier otra persona, que adaptaría su forma de andar a la herida.
Los zapatos que se usan ayudan a curar la úlcera, pero ésta tiene una alta tasa de reaparición. Por eso el equipo suizo pensó que lo ideal sería un tipo de calzado que pudiera ser usado diariamente y que detectara las zonas en las que la presión de la planta sea demasiado alta para poder ajustar la flexibilidad de la suela automáticamente. Es decir, que cure, pero también que prevenga.
Un laboratorio de microingeniería de la localidad de Neuchatel colaboró con los médicos para desarrollar un modelo de zapato con amortiguadores en miniatura colocados en la parte trasera del pie. Una vez que se aplica la carga del pie en los amortiguadores, una almohadilla flexible se deforma en vertical y el líquido pasa a un contenedor a través de una válvula.
El calzado cuenta con una batería y un área de control -ya que cada amortiguador tiene un sensor que mide la presión de la planta del pie- desde la que se pueden detectar las zonas donde ésta es anormalmente alta. Además, el médico puede programar el zapato en función de la evolución del estado del paciente.
jcrh