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Dos gladiadores al circo: Clinton y Trump

Dos gladiadores al circo: Clinton y Trump

NUEVA YORK,-  Parece que la historia, retrocede. Y las inminentes elecciones presidenciales hacen suponer que deban enfrentarse dos gladiadores, feroces en su forma, los concurrentes a la arena , sin duda habrán de tributar ¡hurras! a quienes inclinen la balanza del triunfo en su favor.

La batalla reúne tintes históricos, ambos llegan con cierto nivel de igualdades pero un giro irónico del destino pudiera suponer que un bárbaro pueda alcanzar el nombramiento de emperador, la contienda es histórica. Por vez primera  una mujer aplicará a la presidencia de los Estados Unidos y las simpatías están de su lado, sin embargo el peligro está latente en el otro extremo de la mesa.

A partir de ya los debates serán seguidos en buena parte por la personalidad de ambos personajes e incluso presuponen que rompan récord de porcentaje por cuanto a audiencia se refiere. Millones los verán, quieren observar como el «insultador» hará gala de sus mejores «gracejos» porque su características principal es ese espíritu compulsivo que busca denigrar a cualquier persona y en este caso no desperdiciará la oportunidad ante una de las mujeres más famosas del mundo.



Viendo en retrospectiva, el «coliseo» estadounidense será el escenario favorito para ver como un bárbaro apela a sus simpatizantes para apoyarle en sus aspiraciones hacia la casa presidencial, claro la democracia habrá de cambiar dicho molde. Lo que acontezca en los debates ofrecerá a Trump su mejor oportunidad para ganar el premio.

Clinton está a años luz de distancia de su rival. Su operación de recaudación de fondos le ha permitido obtener  casi cinco veces más que Trump. Sus equipos de empadronamiento electoral ya están trabajando en todos los importantes “swing states”, o estados indecisos. Trump no tiene una operación similar. La oficina central de la Sra. Clinton en Brooklyn parece una pequeña corporación y cuenta con cientos de empleados de tiempo completo. La organización de Trump en Manhattan consiste de un pequeño grupo de seguidores fieles con muy poca experiencia electoral.

Desde su punto de vista, Trump es David y la Sra. Clinton es Goliat. En lugar de una honda él tiene una cuenta de Twitter. Su arma principal es su habilidad para identificar los puntos débiles de sus rivales y explotarlos despiadadamente.

Algunos comentaristas han descrito a Trump como un “hostigador escolar” que lanza insultos para salirse con la suya. Es un apto resumen de su carácter moral. Pero también es una desestimación peligrosa de sus habilidades. Lo que hemos aprendido de la campaña 2016 es que los votantes no valoran los hechos, la lógica y la consistencia como esperábamos. La campaña de Trump está basada en esa percepción. La civilidad está sobrevalorada. Los insultos funcionan.



¿Podría llevarlo esta estrategia a la Casa Blanca? La regla estándar de las campañas presidenciales estadounidenses es que los propios candidatos deberían evitar atacar el carácter de su oponente; ese tipo de trabajo sucio lo deberían de realizar los sucedáneos.

Trump ha cambiado las reglas. No pasa un día sin que describa a la Sra. Clinton con frases sin precedentes en la política moderna estadounidense. Según Trump, Clinton es una facilitadora de su esposo violador y una criminal que merece estar en la cárcel. Su familia llegó al poder en la década de 1990 a través de sobornos y asesinatos. Si no puede satisfacer a su esposo, ¿cómo puede satisfacer a EU?

Clinton está siguiendo cautelosamente su ejemplo. La semana pasada lo describió como un fraude cuya campaña consiste en una “serie de desvaríos bizarros, disputas personales y mentiras”. Él está tratando de estafar a los votantes estadounidenses de la misma manera en que la Universidad Trump estafó a miles de sus clientes crédulos.

Clinton tiene mucha evidencia para respaldar sus acusaciones. Sin embargo ha cruzado una línea y no puede dar marcha atrás. Si te involucras en una batalla con un delincuente callejero, debes estar seguro de llegar bien armado. Si tú usas los puños, él le pegará con nudillos de bronce. Clinton ha comenzado a jugar según las reglas de Trump. Él siempre responderá a sus insultos con algo peor.

Todavía faltan cinco meses para que llegue el día de las elecciones y, sin embargo, la carrera 2016 ya se ha convertido en una contienda entre “la chueca Hillary” y “el fraude Trump”. Hay muchos insultos por venir.

¿Podrá Clinton manejar la inevitable intensificación? ¿Podrá sobrevivir la democracia a este rencor?

financial times/r3