Todos los fruncionarios corruptos mexicanos confían demasiado en el olvido y la apatía ciudadana. Cuando son señalados por sus actos, de inmediato responden que no existen pruebas, ni datos precisos, aferrándose a la desmemoria y la complicidad en la que mucha gente está involucrada. Piensan que nunca existirá réplica alguna a sus requerimientos de fraude, robo, peculado o vil asalto.
Nunca han conocido la rebeldía popular que, expresada en el cambio de mandos los haga pagar por lo que hicieron. Nunca han sido sometidos a la acción de la justicia real, no la que compran con sus embutes y prebendas, sacadas de nuestro dinero. Algún día eso tiene que cambiar, demostrar que México es un país serio.
No hay corrupto en el mundo que acepte serlo
Con seguridad puede decirse que no hay corrupto en el mundo que acepte serlo. Salvo el caso –tenía que ser en México– de Hilario Ramírez Villanueva, más conocido como Layín, alcalde de San Blas, Nayarit, súper protegido por el gobernador, Roberto Sandoval, quien declaró haber robado, “pero poquito”, confiado en ser intocable por ser el propietario de las debilidades del mandatario nayarita.
Nayarit espera su turno en las elecciones estatales del próximo año. Igual que Coahuila y el pavoroso Estado de México, donde los Moreira y Eruviel no ha cantado mal las rancheras en eso de las debilidades personales, el crecimiento geométrico de la delincuencia organizada y los hurtos a gran escala.
Rapiña de Lozoyita y Henríquez destruyó Pemex
Pero de eso, que puede parecer chusco, a lo que pasó en la empresa productiva estatal, Petróleos Mexicanos, a la que casi borraron del mapa los actos de rapiña de Emilio Lozoya Austin, no hay comparación. Ahí se robó en grande, con codicia y desenfreno, con impudicia e inmunidad. Lozoyita y sus secuaces pusieron al pueblo de México al borde del hambre generalizada.
Los cuantiosos recursos sustraídos de Pemex, no tienen parangón en esa infeliz dependencia, con la complicidad de Enrique Peña Nieto, Luis Vi(rey)garay y la cueva de rateros ignorantes, que durante tres años succionaron los vientres petroleros, subastaron las reservas estratégicas del país y contrataron a niveles estratosféricos las compras “institucionales”.
Usted y yo hemos comentado en este espacio la forma en que destazaron administrativamente la antigua paraestatal, para crear la monstruosa Dirección de Procura y Abastecimiento y poner al frente de ella a Arturo Henríquez Autrey con objeto de arrasar en favor de sus bolsillos todas las comisiones y moches que se registraran.
Llegó el momento de la corrupción sin límites, cuando Henríquez Autrey , un defraudador internacional, acusado por los trusts petroleros y los secretarios confidentes de Lozoyita, cobraban cientos de miles de dólares para que algún proveedor, empresario o industrial, nacional o extranjero, pudiera tener el privilegio de entrevistarse con ese ratero desclasado.
Pemex no produce, sólo subcontrata a la IP
Ninguna idea o proyecto benéfico para la empresa quedaba exento de pasar por esta vorágine de ambiciosos. De Pemex, resta sólo un esqueleto, llamado con razón El Perro Verde, porque nadie se explica a qué se dedica. La exploración, explotación, distribución y rentas del petróleo no son de su incumbencia.
La Torre de Pemex es un inmenso edificio a todo lujo cuya función es sólo la de subcontratar empresas extranjeras que se hagan cargo de sus atribuciones legales. Pemex no produce, por sí mismo, un barril de petróleo, una lata de aceite o algún aditivo. Sólo subcontrata.
Las materias primas que son utilizadas en los aparatos de producción de la industria petroquímica primaria y secundaria, llegan a los depósitos y bodegas de la antes pujante paraestatal, para ser regalados a “industriales” favorecidos, que son el puente para que lleguen a las manos de empresas extranjeras.
La mansión de Lozoyita en los exclusivos Hamptons
Industriales y sindicato –que todavía maneja el negocio de la distribución de petróleo, gas y derivados petroleros– se han convertido en intermediarios voraces y multimillonarios, que obviamente, reparten los moche$ en toda la pirámide de los altos fruncionarios gubernamentales.
La “administración” de Lozoyita, un truhán que cursó la Licenciatura en Derecho a base de billetazos, apoyado por su papi, el salinista Emilio Lozoya Thalmann, sin un solo barniz de experiencia, lecturas elementales o experiencia alguna, es la más desastrosa que se recuerde en nuestra historia petrolera nacional.
Uno de los subproductos de esa rapiña, es la compra de suntuosas mansiones de veraneo, adquiridas en cientos de millones de dólares por Lozoyita en la neoyorkina Long Island. El sueño de la familia de prevaricadores, de codearse tanto con los Kennedy o los Cabot Lodge, como con las mafias de criminales adinerados, domiciliados en dichas mansiones de los Hamptons.
Se equivocó. No es toluco, no puede robar solo
Lozoyita es aún un intocable, debido a los grandes recursos salpicados hacia arriba. Conocía el paño y sabía que nadie roba solo. Menos cuando tiene como superiores a las grandes mafias Atracomulcas, que sólo andan viendo dónde hay algo mal acomodado para echarle encima las diez uñas. Lo enviaron a exprimir y destrozar a Pemex, a dejarla inservible e inútil.
Pero él se excedió. Creyó que había entrado al círculo selecto de los tolucos y éstos tuvieron que cercenarlo, porque aspiraba a La Grande. Y los de Atracomulco siguen soñando, en su pavorosa ingenuidad, que todavía les pertenece, que “la mano de Doña Leonor” es para uno de sus favoritos durante, por lo menos, los próximos cinco sexenios.
Juan Jesús Lozoya, fraude consentido en Sagarpa
Lozoyita extendió sus infames prácticas a los miembros de su familia. Para muestra, un botón : su hermano Juan Jesús Lozoya Austin, con la complicidad de José Antonio Rojo García de Alba, descendiente directo del cacicazgo hidalguense, ex Presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados, urdieron el plan para apropiarse de la industria mezcalera mexicana, a base de chantajes y sobornos.
Sucede que Lozoyita II “bajaba” recursos de la Sagarpa, destinados al desarrollo de las industrias agropecuarias para su propio peculio. Integrantes del Sistema Agave-Mezcal, encabezados por su dirigente nacional, Alfredo Conde de la Cruz, acusaron judicialmente a Juan Jesús Lozoya Austin de enriquecimiento con recursos públicos.
Sustrajo medio centenar de millones de pesos, en uno de los actos comprobados, del presupuesto de Sagarpa para poner una cadena de mezcalerías en la Ciudad de México y en el extranjero.
¡Otros 20 millones de pesos sin justificación!
“La Comercializadora de Productos del Campo (membrete del negocio familiar), se ha convertido en un negocio personal, de quienes cobran por todos los servicios que ofrece, entre ellos por la incorporación de los Estados a la denominación de origen de mezcal, a cambio de una aportación de dos millones de pesos”, denunciaron los agraviados.
Hace unos días, la “honorable” dependencia encabezada por “honorable” José Eduardo Calzada Rovirosa, le aprobó otro proyecto –impugnado por los expertos de la misma Sagarpa– por ¡otros 20 millones de pesos!
Todos roban en el peñato, los Lozoya más
Las mismas mañas que el hermano Emilio utilizaba en Pemex para ofrecer su real audiencia a quienes querían aportar programas, ideas o proyectos a la paraestatal. Todo, a ciencia y paciencia del peñato. El tufo del zorrillo hecho realidad, en perjuicio de esforzados y hambrientos productores del campo mexicano.
¿Y así quieren los de Atracomulco perpetuarse en el poder? Piden a gritos la cárcel y el desprecio del pueblo. Sólo forman una dinastía de mentecatos, ignorantes y corruptos.
¿O usted que cree?
Índice Flamígero: Me dice un experto en asuntos clericales que en los medios, pero sobre todo en Bucareli y en Los Pinos, se ha sobredimensionado la influencia y participación de las iglesias en la apabullante derrota del PRI el pasado 5 de junio. En todo caso, agrega, la virulenta reacción del Arzobispado Metropolitano de la Ciudad de México –a través de su órgano editorial Desde la fe, sobre el “merecido castigo” a EPN y al PRI en las urnas–, más bien podría responder a “las amenazas que Roberto Herrera Mena, director general adjunto de Asuntos Religiosos de la Presidencia de la República, hizo a Norberto Cardenal Rivera Carrera” sobre su oposición a la iniciativa peñista de legalizar los matrimonios igualitarios. Herrera se encargaba prolija y generosamente de las relaciones de Peña Nieto con los obispos desde que éste despachaba como gobernador mexiquense, pero desde que el atracomulca ascendió a la Presidencia de la República, Herrera cambió diametralmente su actitud y ha provocado que los obispos, antes entusiastas peñistas, se conviertan en los más furibundos críticos de la ineficiencia, corrupción y moralidad de la tolucopachucracia. + + + Al respecto, don Alfredo Álvarez Barrón comenta: “La Arquidiócesis Primada de México consideró que la derrota del PRI en 7 gubernaturas en las elecciones del pasado 5 de junio fue producto de un merecido voto de castigo para el señor Peña Nieto y su partido por la iniciativa que presentó para legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo…” Y El Poeta del Nopal se lanza, breve y acertado, duro y a la cabeza:
“Fue un merecido ya basta, /
mas, disculpe la insolencia: /
¿quién castiga, Su Eminencia, /
a la legión pederasta?”
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