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La debacle del peso arrancó en 2014

La debacle del peso arrancó en 2014

MÉXICO.- Propios y extraños, culpan a la inminente llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, como parte importante de la caída del peso ante el dólar… lo cierto es que la debacle de nuestra moneda comenzó a gestarse a mediados de 2014.

En este entonces, el tipo de cambio giraba en torno a los 13 pesos por dólar. El 11 de enero, acabó la jornada en los 21.86, su nivel más débil de la historia.

Así pues, en cosa de dos años y medio, el peso mexicano se ha desplomado hasta un 41%.



La hecatombe del peso mexicano tuvo como causa inicial el derrumbe del precio del crudo, tendencia que se inició a mediados de 2014. Eso significó que los superávits de la balanza petrolera rápidamente se esfumaron y se convirtieron en abultados déficits, lo que derivó en un brutal deterioro de la balanza comercial total: su saldo, que acumulaba ligeros superávits en la primavera de 2014, empeoró de forma trepidante y llegó a registrar un déficit de 18 mil 462 millones de dólares en abril de 2016.

Esa inicial decadencia petrolera hizo que el peso mexicano se depreciara un 12.1 % durante la segunda mitad de 2014.

En 2015 prosiguió el descalabro de la moneda mexicana. Durante todo ese año, se fueron sumando más fuerzas en contra del peso: en la balanza comercial, continuó el hundimiento de los precios del petróleo. Pero además, las exportaciones manufactureras empezaron a estancarse ante la pérdida de dinamismo de la actividad industrial estadunidense, que se vio impactada de forma negativa tanto por la fortaleza del dólar como por la debilidad de la demanda global.

En el 2014, el déficit corriente fue 26 mil 131 millones de dólares (mdd). Un año después se amplió a 33 mil 216 mdd, lo que supone en términos nominales un récord histórico. En términos de PIB, el déficit se ensanchó de 2.0 % del PIB en 2014 a 2.9 % en 2015, lo que significó la cifra más elevada desde 1998.



En consecuencia, se amplió enormemente, en muy poco tiempo, la brecha entre los dólares que ingresaban a México derivado de las ventas al exterior por exportaciones de bienes y servicios y las remesas familiares y los pagos en dólares que eran preciso realizar al resto del mundo por importaciones: de la noche a la mañana, había escasez de dólares.

Para satisfacer esas necesidades de financiamiento en dólares sólo cabían dos opciones: pedirlos prestados al exterior o recurrir a los dólares que México tenía en stock, esto es, a las reservas internacionales.

Se optó por recurrir a la segunda opción… Pero en el 2015, simplemente, no fueron suficientes. La escasez de dólares se sintió y, como en todo mercado, cuando hay escasez de un bien su precio sube.

En consecuencia, el dólar se encareció (O el peso se abarató). Durante todo  2015, el peso se depreció 14.3% adicional, y México perdió 16 mil 692 mdd en reservas.

Comenzó 2016, y luego de un inicio devastador ante el colapso del precio del petróleo, el peso mexicano logró estabilizarse antes de las elecciones. En el 2016, y hasta el día de la elección, el peso se deprimió un 6.1%.

Lo malo sucedió el 9 de noviembre, cuando se supo que, inesperadamente, había ganado Donald Trump. Y que sus pretensiones eran, directamente, cortar por lo sano la entrada de dólares a México.

En términos generales, desde el triunfo de Trump el peso se ha desplomado 16.3 %. De nuevo es la peor divisa de entre las más negociadas del mundo, y sólo ha tenido un peor desempeño la lira turca (-18.8 %).

¿Qué puede hacer México? Competir con Estados Unidos y el resto del mundo atrayendo inversión de cartera. Para eso sólo le queda aumentar las tasas de interés para que los capitales invertidos en México no se vayan y entren otros nuevos.

Eso ya lo ha venido haciendo: desde diciembre de 2014, cuando se anunció el primer aumento de tasas, el Banco de México (Banxico) ha incrementado la tasa de referencia en 2.75 puntos porcentuales hasta el actual nivel de 5.75 %. Sin embargo, no ha sido suficiente, y tendrá que anunciar nuevos aumentos, lo que significará un nuevo golpe sobre el crecimiento con riesgos de abocar a la economía a una recesión.

Aunque Banxico ha estado usando esta política, quizás se ha visto demasiado predecible: pudo acudir más al factor sorpresa y ser más decidido en algunos momentos, sobre todo el día después de la victoria de Trump. Ahora ya es tarde.

El otro recurso es echar mano de las reservas. Este instrumento tiene sus límites, pero también se han visto poco decididos. Banxico dispone del poder para intervenir con discrecionalidad, con los montos y en los momentos que considere más oportuno.

Sin embargo, han sido muy parcos para intentar romper la tendencia y dar algún susto a los especuladores. Poseer reservas y el crédito del FMI es una amenaza disuasoria siempre y cuando se eche mano de ellos, si no poco caso tiene acumularlos y presumirlos.

Ahora la moneda mexicana ya parece perdida, en el limbo, sin que nadie la pueda detener, en esa región tan fronteriza del infierno.

con información de Banxico, agencias y el Fondo Monetario Internacional

jcrh