NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS.- Barack Obama, además de ser un personaje político, es un ser humano y como tal, tiene debilidades o en este caso «gustos culposos». En el caso del presidente de Estados Unidos, cada vez que por asuntos oficiales tiene que visitar la ciudad de Nueva York, no puede dejar de probar el cheescake del restaurante Junior’s, el cual es considerado por propios y extraños como el mejor de la Gran Manzana.

De esta forma, antes de emprender el retorno a la Casa Blanca, Obama ordena a alguno de sus colaboradores comprar en Junior’s al menos dos de estos pasteles (uno simple y otro con salsa de fresas), además de galletas para sus hijas Sasha y Malia.

Luego de ser especialmente envasados y refrigerados para el vuelo, son embarcados en el Air Force One, y enviados a la residencia presidencial en la capital.

«Obama y Michelle (la Primera Dama) adoran el cheesecake que se prepara aquí», asegura uno de los mozos del restaurante que tiene Junior’s en Times Square (45th Street entre Broadway y la Octava Avenida), en plena zona de los teatros.

Pero ese no es el único local que tiene Junior’s. La propiedad original, inaugurada en 1950, funciona en Brooklyn. Precisamente en ese lugar, la intersección de la Avenida Flatbush y la Avenida DeKalb, el 10 de marzo de 1999 el alcalde Rudolph Giuliani decidió renombrarlo «Harry Rosen Way – Cheesecake Corner», en homenaje al creador del restaurante.

La fórmula mágica del cheesecake (con la justa consistencia del queso, sin grumos y en una cocción perfecta) que sirve Junior’s fue elaborada por Harry Rosen, luego de experimentar con el Philadelphia Cream Cheese, crema, huevos frescos y vainilla. A partir de entonces, muchos trataron de copiar la fórmula.

Hay que destacar, que si bien no fueron los neoyorquinos los inventores de esta delicia (que se remonta a los griegos hace 4.000 años), fue en esa isla del noreste de Estados Unidos donde alcanzó su máxima expresión.

jcrh