QUERÉTARO, QUERÉTARO.- ¿Te gustaría saber el color de las emociones?. Investigadores de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), campus San Juan del Río, pueden decírtelo.
Esto es posible, gracias al análisis de termografías, por medio de las cuales es posible conocer el estado afectivo y psicofisiológico de pacientes con dolor crónico, de una manera no invasiva.
David Alberto Rodríguez, estudiante de psicología de la UNAM, y miembro del equipo de investigación, señaló que el primer estudio que realizó con esta tecnología fue para evaluar los cambios autonómicos de la temperatura periférica que produce una expresión facial emocional sostenida
Iniciamos con una imagen térmica infrarroja que muestra la temperatura inicial de un sujeto clínicamente sano. Después lo instruimos conductualmente a producir una expresión facial emocional de alegría, de enojo y de tristeza. Se observaron cambios en diversas regiones de interés observables, pero la más notable fue en la nariz”, explicó.
Posteriormente, se realizó un estudio clínico en una población en mujeres sobrevivientes de cáncer de mama, con el propósito de evaluar su plasticidad térmica.
“Aquellas personas podían regular su temperatura mediante exposición a estímulos emocionales, instrucción de expresión facial emocional y relajación se veían beneficiadas con menor intensidad del dolor y asociación de sus componentes afectivos”, puntualizó.
En ese sentido, el investigador de la UNAM, Benjamín Domínguez Trejo, abundó que otras problemáticas en las que se puede aplicar esta combinación de tecnologías y especialidades es en el tratamiento y evaluación de pacientes afectados por estrés postraumático, es decir, personas que han sido expuestas a actos delictivos o de violencia.
“La evaluación y el manejo adecuado de estos pacientes tendría que incluir la termografía. La termografía nos permite determinar con rapidez y exactitud muy elevada cuál es el estado emocional de un paciente después de un secuestro, por ejemplo, y determinar si requiere o no apoyo médico, psicológico o puede recobrarse con sus propios recursos. La termografía permite determinar este tipo de decisiones que incluso repercuten en costos. ¿Para qué darle tratamiento a una persona que no lo necesita?”, cuestionó.
El estudiante del doctorado en psicología David Alberto Rodríguez detalló que en los estudios preliminares con esta tecnología se ha descubierto que las termografías son sensibles a la respuesta inflamatoria de los pacientes, por lo que la evaluación termográfica es clínicamente útil en aproximadamente 54 por ciento de los pacientes.
“De tal manera que podamos dividir nuestra población en tres tercios: los que tienen una baja actividad inflamatoria, media y alta. Los primeros dos tercios, que tienen actividad inflamatoria baja y media, se pueden beneficiar de algunos procedimientos psicofisiológicos que podemos estar monitoreando con la termografía; aquellos pacientes del tercer tercio, es decir, de actividad inflamatoria alta, necesitan primariamente otro tipo de cuidados y tratamientos”, advirtió.
con información de la UNAM y de la UAQ
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