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Política a la mexicana: Constituyentes

Política a la mexicana: Constituyentes

Como es más que sabido, a partir de una reforma constitucional del 2015, nuestro querido Distrito Federal cambio su nombre por el de Ciudad de México. Lo que constituyó una verdadera novedad jurídica ya que sus habitantes “desconocíamos por completo el nuevo término que nunca había sido usado”. La reforma también incluía un considerable cambio en su estructura política e incluía de manera primordial la creación de una constitución propia para la nueva entidad federativa. En la misma se estableció que el jefe de Gobierno de la Ciudad sería el único facultado para presentar un proyecto de constitución. Para elaborarlo, Miguel Ángel Mancera, se asesoró de un grupo de 28 representantes de la sociedad civil y especialistas en distintos campos que fue dirigido por el astuto, inteligente y muy corrido y multipartidista político Porfirio Muñoz Ledo.

El grupo de trabajo contó a su vez con una comisión externa que encabezó el exrector de la UNAM, Juan Ramón De La Fuente, que incluía personajes muy distinguidos del quehacer nacional como Jesús Reyes Heroles, José Woldenberg, Julia Carabias, Jorge Castañeda, Mario Melgar, Rolando Cordera, Luis De La Calle, Salvador Vega y Raúl Contreras, entre otros. Todo un super equipo de notables el que armaron. Por otro lado, se hizo un ejercicio democrático y se permitieron las propuestas de la ciudadanía en general que fueran acompañadas de 50 mil firmas. Estas sugerencias ciudadanas recibieron invitaciones del grupo de trabajo para exponerlas. Así mismo fueron instalados trescientos quioscos públicos para recibir mensajes sobre la problemática capitalina y sus posibles soluciones.

La Asamblea Constituyente que revisará, modificará, votará y, en su caso, aprobará el proyecto del Jefe de Gobierno está integrada por 100 diputados, de los cuales 60 fueron electos por el voto de los ciudadanos el pasado mes de junio y 40 fueron designados posteriormente: 6 por el presidente de la República, 6 por el jefe de Gobierno, 14 senadores y 14 diputados federales. Los electos lo hicieron a través de sus partidos políticos aunque también hubo independientes, que no la tuvieron tan fácil para competir ya que se les exigió juntar más de setenta mil firmas en poco más de un mes para que el INE los registrara y los proveyera de recursos para sus campañas. Lo que provocó que se dieran los típicos intentos de fraude, pues hubo varios que presentaron las firmas requeridas de personas que figuraban en el padrón electoral pero, con el pequeño detalle, de que ya habían fallecido. Como en los viejos tiempos cuando hasta los muertos votaban.



Ya con los diputados electos por el voto y con los otros debidamente designados, tal como estaba previsto el jefe de Gobierno hizo puntual entrega de su proyecto de constitución a la Asamblea Constituyente que acababa de instalarse el pasado 15 de septiembre. Los comentarios que se han hecho al documento son de lo más variado y van desde los que lo califican como proyecto retrogrado hasta los que lo consideran como el instrumento que logrará hacer de la CDMX la sede de la democracia y de la felicidad universal. Yo me limitaré a hacer algunos comentarios en torno al proyecto sin profundizar, ya que les dejo eso a los juristas calificados que hay en nuestro país y de los cuales no formo parte. Dice Jorge Chávez Presa que solo Berlín y Buenos Aires, entre todas las ciudades que son capital de un país, disponen de una constitución y yo agregaría que el caso de la ciudad alemana es justificable debido las condiciones que se vivieron después de la II Guerra mundial y su condición de ciudad dividida entre cuatro potencias y por, de hecho, haber sido un estado dentro de otro. O sea que no han sido muchos los que han visto la necesidad de hacer constituciones de esta tipo.

Que sea o no un gran instrumento jurídico se lo dejamos al tiempo, pero de que nuestros diputados solo saben hacer POLÍTICA A LA MEXICANA no nos cabe duda. Apenas se instalaba la Asamblea cuando esto se puso de manifiesto; estaba estipulado que la Junta Instaladora estaría encabezada por los decanos de la Asamblea y que no pudieron ser escogidos más ad hoc ya que eran: Augusto Gómez Villanueva, Bernardo Bátiz, Ifigenia Martínez, Porfirio Muñoz Ledo y Javier Jiménez Espriu. Todos con un historial muy profuso y conflictivo. Finalmente, Augusto fue el elegido para presidir y esto hizo que se armara la primera bronca de la tarde cuando el diputado de Morena, Javier Quijano, abogado personal de López Obrador, exigió que el cargo le correspondiera a Bernardo Bátiz por razones que no quedaron muy claras. La exigencia provocó un largo debate que nada cambió y Goméz Villanueva, con su largo colmillo, permaneció en el cargo. Previamente, los de Morena habían hecho el gran berrinche por no ocupar el lado izquierdo del salón de sesiones que pretendían ocupar los del PRD, alguien sugirió echar un volado pero prefirieron someterlo a votación de los decanos y tras un empate Porfirio voto a favor de los amarillos y ni modo, los de Morena se tuvieron que acomodar al centro y arriba con los priistas debajo de ellos. Todavía Quijano tenía gas para lo que él llamó diputados espurios, pero los decanos con mucha maña levantaron la sesión.

Llegó la primera sesión formal del Constituyente y con ella el gran desorden. Asistieron 90 de los 99 diputados que la integran (Morena se niega a acreditar al que le corresponde por la Cámara de diputados) y empezaron muy a tono 30 minutos tarde. El único tema en agenda era la aprobación de una comisión que redactara el reglamento para el gobierno interno de la Asamblea. Pero Quijano la volvió a armar exigiendo que se incluyera el tema de si era constitucional que los 28 diputados designados por sus cámaras se desempeñaran como constituyentes sin dejar de ser legisladores. Los morenos exigieron que pidieran licencia para no contravenir el artículo 125 constitucional. Cesar Camacho les contestó con argucia y talento que “este no es un cargo de elección, somos designados. El debate continuó y a los morenos los acusaron de emplear tácticas dilatorias para no entrar a los temas de fondo. Tras más de hora y media de estéril debate se sometió a votación y se declaró como no urgente, lo que provocó la ira de Quijano que a gritos impedía continuar la sesión. Finalmente se avocaron a crear la comisión del reglamento, ya que provisionalmente aplicaban el de la Cámara de diputados, lo que provocó otro desarreglado debate que por fin logró que se aprobara la creación de la comisión en la que los morenos son mayoría.

La comisión tenía un plazo de diez días hábiles, plazo que no han cumplido ya que solo han definido 6 de 64 artículos que acordarán. Pero Muñoz Ledo dice que trabajarán a marchas forzadas y estará listo el viernes, en el límite para no fallarle a la tradición legislativa mexicana. Por otro lado, la Asamblea Constituyente no ha contado con el apoyo administrativo requerido para sus funciones. Existe un convenio entre el Senado y el Gobierno capitalino para utilizar el viejo recinto de Xicoténcatl como sede y para brindar personal a la Asamblea, pero como los días de sesión han coincidido en ambos cuerpos pues los senadores no le prestan a sus empleados y los constituyentes la han pagado. Afortunadamente se solicitó y se obtuvo apoyo parlamentario de los diputados que tendrán que vérselas sin algo de su personal



No cabe duda que los mexicanos nos pintamos solos, pero los políticos aún más, no se entiende que no se contará con un borrador de reglamento previo a la designación de la comisión correspondiente, que no se previera el apoyo administrativo necesario y sobre todo el indispensable relacionado con los servicios parlamentarios, entre otras muchas cosas. El lunes 26, aún no se definía la integración de la Mesa Directiva de la Asamblea, el número de comisiones que habrá, como se conformarán los grupos parlamentarios y si habrá o no Mesa de Acuerdos. Pero no vale la pena preocuparse por los constituyentes, entregarán a la CDMX su constitución a tiempo, aunque los veamos pasar la Nochebuena y el Año Nuevo en el Senado. Les espera, eso si, largos y fastidiosos debates en donde los intereses de los morenos y de los perredistas van a convertirse en verdaderas cenas de negros y todavía habrá que agregar lo que aporten panistas y priistas y algún otro miembro de la chiquillada.

La Constitución no era el anhelo del 99% de los mexiqueños o antiguos chilangos; aspiran a mejores vialidades, mayor seguridad, menor contaminación, menos corrupción, mejor transporte público y menos demagogia ya que los derechos que instituye el proyecto la convierten en una verdadera utopía: derecho a una alimentación adecuada, nutritiva, diaria, suficiente y de calidad; derecho al más alto nivel de salud física y mental, a un empleo digno, a la movilidad, a la recreación, a la cultura, al descanso, a una muerte digna, a prestación de servicios públicos de forma suficiente, adecuada y de calidad. Sin faltar el derecho al acceso, uso y desarrollo de la ciencia y la tecnología (todos tendremos internet por lo menos), amén del derecho al conocimiento y aprendizaje continuo, a la educación, a la lectura y a la escritura etc,etc,etc.

El incremento de la vida democrática es siempre bienvenido, pero en este caso se trata de insertar aspiraciones políticas y programas de partidos y grupos políticos en un ordenamiento supremo para la Ciudad. Pintar los taxis color de rosa, cambiarle el nombre a la metrópolis, apoyar a los que realizan bloqueos por todos lados ni establecer una constitución para la CDMX le traen beneficios concretos a la gran mayoría de sus habitantes y son solo estrategias de la izquierda y de Miguel Ángel Mancera para obtener la Presidencia de la República. Solo me restaría preguntarles: ¿Cómo van a pagar todo el aparato burocrático que se requiere para implementar el ejercicio de todos esos derechos?, ¿Cómo van a financiar el costo de todas esas ilusiones y fantasías que les están prometiendo a los mexiqueños?. Ahora si entendemos el pleito de Mancera con el Gobierno Federal por la obtención de recursos.