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Por la guerra en Siria, niños estudian bajo tierra

Por la guerra en Siria, niños estudian bajo tierra

SIRIA,-  Agrupados por edad o nivel, estos niños reciben clases de antiguos profesores que también han tenido que abandonar sus hogares. Bajo tierra, en aulas improvisadas en cuevas, reciben formación de árabe, inglés o matemáticas ayudados por el Fondo de Nacionales Unidas para la Infancia (UNICEF).

Intentan formarse para un futuro improbable, la guerra de Siria ha provocado que no haya sitios sitios seguros para que los niños jueguen o aprendan. Tampoco para recibir asistencia en hospitales y centros médicos. La zona rural de Deraa es un refugio para desplazados en áreas aledañas, se han levantado escuelas improvisadas que acogen cada día a decenas de menores.

En Siria viven hoy 400.000 niños refugiados en edad escolar, pero en la actualidad 294.000 están excluidos del sistema educativo, según el mencionado Fondo de Naciones Unidas para la Infancia. Un informe firmado por Mirella Chukrallah, directora del departamento de Educación de la organización no gubernamental Cáritas en Líbano, señala que en Siria los educadores se encuentran resignados «delante de una generación perdida».



«Son niños que han perdido años de su vida, son más aislados, propicios a radicalizarse, a ser explotados y, entre las niñas, a casarse muy pronto», destaca el estudio.

Por otra parte, en todo el mundo, el número de niños sirios privados de escuela se eleva a tres millones, incluyendo aquellos afectados por el cierre de establecimientos en su propio país.

La cifra contrasta con la situación precedente al conflicto bélico, cuando la tasa de escolarización en Siria era del 99 por ciento en la educación primaria y del 82 por ciento en la secundaria, gracias, en parte, a la gratuidad de escuelas y universidades.

Unicef ha lanzado el programa ‘Back to School’ para intentar reagrupar en ámbitos educativos a 200 mil escolares que intentan escapar de la guerra. Pero las dificultades enormes que presenta el escenario actual obstaculizan en gran medida esa loable iniciativa.



El proyecto implica una inversión de 630 dólares por niño -incluyendo salarios de profesores, material escolar y todos los costos relacionados-, además de la financiación total de las escuelas públicas.

Pese al esfuerzo conjunto, el número de plazas disponibles sigue siendo insuficiente para atender a todos y algunas escuelas continúan exigiendo a los refugiados cédulas de identidad o permisos de residencia a la hora de la inscripción.

A finales del pasado año, Cáritas pretendía poner un proyecto para proporcionar transporte escolar gratuito para 40 mil niños considerados más vulnerables en Siria, pero la financiación de seis millones de dólares todavía no ha sido aprobada.

Mientras tanto, tanto las escuelas como los hospitales se han convertido en blanco de las bombas en Siria. Desde 2011, Unicef ha contabilizado al menos 4.000 ataques contra colegios en territorio de ese país. Desde Unicef se denuncia que los centros educativos no deberían convertirse en una trampa para morir, sino que deberían ser lugares en los que los niños estuvieran protegidos y pudieran aprender, crecer y desarrollar sus habilidades.

Finalmente, cerca de 3,7 millones de niños sirios -1 de cada 3 de todos los niños sirios- han nacido desde que comenzó el conflicto hace cinco años, con su vida marcada por la violencia, el miedo y el desplazamiento, según un informe de esta organización. Esta cifra incluye a más de 306.000 niños nacidos como refugiados desde el 2011.

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