LONDRES, INGLATERRA.- Vaya como vaya el referéndum que se celebra hoy en el Reino Unido, es decir, se decanten los británicos por salir de la Unión Europea (Brexit) o por permanecer (Bremain), ya nada será lo mismo.
Porque tanto en un caso como en el otro, el Reino Unido será el primer país a ver renegociadas sus relaciones con la UE, constituyendo de hecho un precedente.
Un precedente potencialmente peligroso, no solo en el caso de salida de la UE sino también en el de permanencia, ya que abre el camino a un ‘efecto dominó’ de otros ‘referendos-chantaje’ por parte de otros países que deseen una Europa «à la carte». En la cumbre europea del pasado febrero, el premier británico David Cameron negoció con los 27 países miembros nuevas condiciones para su país, que serán aplicadas en caso de quedarse en el bloque.
Londres logró obtener de Bruselas nuevas excepciones en cuatro áreas: welfare, governance económica y bancos, competitividad y soberanía. Si gana el ‘sí’ a Europa, los trabajadores de otros países de la UE que estén en el Reino Unido tendrán durante siete años limitaciones al acceso al welfare, incluídos los cheques familiares para hijos. Londres se aseguró además el respeto de sus intereses respecto a la zona euro, mientras para sus bancos está prevista la posibilidad de disposiciones específicas incluso si se quedan bajo la vigilancia de la autoridad UE.
Deberá eliminarse además la legislación que constituye un peso para las empresas británicas. Londres será exonerada incluso en el futuro de una UE cada vez más estrecha, creando de hecho las bases para una Europa a dos velocidades.
Si en cambio prevalece el «no» a Europa, se abrirá un largo proceso que puede durar de 2 a 10 años. Londres deberá activar el artículo 50 de los tratados de la UE, una novedad histórica, que da al máximo dos años para negociar la salida de 45 años de legislación, programas y fondos UE, desde Erasmus a los proyectos de investigación y de pequeñas y medianas empresas.
Además deberá renegociar sus relaciones comerciales, económicas y demás con los 27 países de la UE, hacia probablemente un estatus parecido al de los países Efta, como Islandia y Noruega. Queda aún por resolver el problema de los funcionarios y traductores británicos que trabajan en las instituciones UE.
Será un largo y complicado proceso, que el mismo gobierno británico ha cuantificado en un decenio y el presidente del Consejo Europeo en «al menos siete años».
con información de agencias
jcrh