INEGI dio a conocer que el Índice de Precios al Consumidor durante el mes de julio creció 0.26%, esto equivale a una tasa de los últimos doce meses de 2.65%; mientras que el Índice de Precios al Productor de Bienes y Servicios Finales excluyendo petróleo creció 0.39% y 6.1% respectivamente. Esto confirma que continúan sus tendencias con ligera tendencia al alza.
Esto es relevante ya que el control de la inflación ha sido uno de los principales cimientos que ha permitido la estabilidad macroeconómica, de la cual se ha beneficiado nuestro país en los últimos lustros. Lo anterior ha propiciado el crecimiento de nuestra economía, mientras que otros países han sufrido una importante caída en su producción y empleo, sobre todo en Latinoamérica.
Hoy se ve lejana la época en que teníamos una elevada inflación, por lo que gran parte de la actual población no llegó a conocer la distorsión que tenía nuestro sistema de mercado y los aumentos exagerados y volátiles de precios que sufrían gran parte de los bienes y servicios que se vendían en México. Esa inflación propiciaba una mala asignación de los recursos, caída en la productividad nacional así como un deterioro en la distribución de la riqueza. Esto último es así ya que la inflación transfiere recursos de la clase media y pobre hacia los sectores más ricos de la población. Además la inflación eleva las tasas de interés, se reduce el ahorro, el crédito y se tienen otros males económicos. Entre los mismos cabe destacar la caída en la inversión de infraestructura y en proyectos de largo plazo.
Un objetivo primordial de los últimos años ha sido mantener controlada la inflación y un instrumento primordial para su logro ha sido la autonomía del Banco de México. Sin embargo, empiezan a aparecer síntomas preocupantes en el entorno nacional que indican que hay el riesgo de que se inicie una etapa de mayor inflación en el país:
1) El crecimiento del Índice de Precios al Consumidor sigue estando por debajo del objetivo del 3% anual fijado hace tiempo, pero ha cambiado su tendencia decreciente en el presente año.
2) Por su parte, el Índice de Precios Subyacente (que no incluye los precios de bienes y servicios que tienen una alta volatilidad) muestra un incremento aun mayor y ya es del tres por ciento.
3) Los Precios al Productor Finales, excluyendo Petróleo, ya crecen a una tasa anual superior al 6%, lo cual se espera impacte en los precios al consumidor en los próximos meses.
4) El deterioro en el tipo de cambio empieza a percibirse como un cambio permanente (y no temporal como fue en otras ocasiones), lo que ya está influyendo en los precios de distintos productos finales y en la mayor demanda de bienes de consumo duradero.
5) Los recientes aumentos de precios de los energéticos elevan los costos de producción, lo cual se irá reflejando de manera paulatina en los precios de los productos finales.
6) Las tasas de interés de los instrumentos de mediano plazo han tenido un incremento en los últimos meses y no solo en las de corto plazo.
Cabe resaltar que el Costo Financiero es uno de los conceptos más importantes en el gasto público, ya que representó más de 237 mil millones de pesos en el primer semestre del año, con un incremento anual superior al 10% en términos reales. Este monto ya es superior al erogado por cualquier secretaría de estado y se espera que siga elevándose en los siguientes meses debido a las esperadas mayores tasas de interés, tanto las internas como las externas.
Un efecto preocupante de la mayor inflación esperada es su impacto en el sector financiero, elevando las tasas de interés y al tipo de cambio, lo que incrementa el servicio de la deuda del sector público. Esto, a su vez, eleva el déficit fiscal del sector público lo que tiene un impacto en la inflación, creándose así un círculo vicioso del cual es muy difícil y costos salir. Esta situación ocurrió recientemente tanto en Brasil como en Argentina e incluso en México en décadas pasadas, la cual distorsionó las economías, provocando graves crisis financieras.
Para evitar un deterioro adicional en el entorno financiero el gobierno federal y los locales deben proseguir con los ajuste en las finanzas públicas, principalmente en gastos superfluos y en corrupción. Por su parte, el Banco de México deberá cumplir con su mandato de controlar la inflación a pesar de las presiones que tenga para seguir una política de expansión monetaria cuyo objetivo sea reactivar la economía. Además, los distintos sectores deberán ser muy cuidadosos para evitar crear mayores expectativas inflacionarias en este momento, sobre todo en aspectos como el de aumentos nominales y generales de salarios.
jcrh