El INEGI dio a conocer que la economía mexicana, medida por medio del Producto Interno Bruto (o PIB como normalmente se le conoce) tuvo una reducción en el segundo trimestre del presente año, en comparación al trimestre anterior, confirmando la estimación preliminar publicada a fines del mes pasado. La producción total de bienes y servicios fue inferior en -0.2% en los meses de abril a junio con respecto a los meses de enero a marzo, una vez hechos los ajustes por estacionalidad y por días hábiles en el calendario. Esto equivale a un incremento con respecto a los mismos meses, pero del año anterior, de 1.5%, lo cual confirma que la economía nacional continúa creciendo pero a un menor ritmo.
Los datos anteriores tienen que ser ajustados por los días inhábiles, lo cual no es fácil debido a los cambios en los días de la Semana Santa, ya que la misma ocurre en distintos meses del año y en ocasiones coinciden con otros festejos, como es el Aniversario del Natalicio de Benito Juárez, el Día del Trabajo, etc. Esto propicia que los trabajadores y empleados de las distintas empresas cambien sus días de vacaciones y sus patrones de consumo afectando la producción nacional. En esta ocasión a esto se agrega una revisión que hizo el INEGI de los datos del PIB del primer trimestre.
Un factor adicional es la volatilidad en la producción agropecuaria, que está muy influida por la temporada de lluvia, la cual no respeta el calendario sino es determinada por la cantidad y características de los distintos huracanes que afectan al territorio nacional. Debido a que el presente año ha sido uno de lluvias más abundantes en el centro del país, se tiene un aumento importante en la producción primaria en los últimos meses.
Una vez que se realizan los distintos ajustes estadísticos se confirma que la economía nacional se está desacelerando, esto es crece pero a menores tasas. Como resultado de lo anterior, el gobierno federal publicó una nueva estimación del crecimiento total para el presente año, el cual lo sitúa en un rango entre 2.0% a 2.6% promedio. Al inicio del año había dado a conocer que el rango esperado para todo 2016 estaba situado entre 2.6% a 3.6%, el cual posteriormente redujo cuando conoció el comportamiento de la economía nacional e internacional en el primer trimestre del año.
Aunque este dinamismo es positivo, y mucho mejor al que están experimentando otras naciones Latinoamericanas que registran importantes contracciones, como Brasil, Argentina y Venezuela, ya muestra una clara tendencia decreciente. El mismo está apoyado en el sector servicios y en el consumo interno debido al control de la inflación y al crédito, entre otros factores.
Es por lo anterior muy importante que el Banco de México continúe en su esfuerzo de mantener una política monetaria estricta que impida un incremento de los precios, lo que afectaría el consumo interno en el país. Por otro lado, es fundamental que el gobierno federal refuerce el control de sus finanzas, sobre todo el gasto público y el déficit, para evitar que perjudique al sector productivo del país. Aspectos como corrupción, mala asignación de los recursos públicos, proyectos de inversión mal evaluados, despilfarro y duplicación si tienen un impacto en el nivel de vida del ciudadano.
Hay que recordar que desde el año de 2009 las finanzas registran un déficit primario, lo que significa que el gobierno se endeuda para poder pagar los intereses de su deuda, desequilibrando al sector financiero del país. Por ejemplo, los Requerimientos Financieros del Sector Público durante 2015 fueron del 4.1% del PIB, lo que equivale al 31% de todos los impuestos que recauda; monto que retira de los mercados financieros y que podría ser utilizados para incrementar el consumo, la inversión y la producción nacional.
Adicionalmente, están los costos ocultos debido a los factores que dificultan la producción de las empresas, como son los trámites innecesarios, difíciles de cumplir o aquellos que en alguna época fueron relevantes pero que ya son obsoletos, pero que nadie se atreve a eliminar, perjudicando sobre todo a las pequeñas y medianas empresas. A esto está la dificultad para transitar en el territorio nacional y la incertidumbre que esto conlleva, deteniendo la inversión en amplias zonas del país.
Debido al crecimiento de la deuda pública, así como a la magnitud del déficit fiscal y al menor crecimiento económico, dos de las principales calificadoras internacionales de deuda han prendido el foco amarillo con respecto a las finanzas de nuestro país. En el primer caso está el hecho de que Standard & Poor’s bajó a negativa las Perspectivas de las calificaciones de largo plazo de México, lo que significa que si se mantiene la actual situación en un plazo máximo de dos años reducirá la calificación. El segundo caso está el hecho de que la calificadora Moody´s cambia la Perspectiva del sistema bancario mexicano a negativa, debido al riesgo en la cartera de créditos debido a su expansión en un entorno de bajo crecimiento económico.
En conclusión, el tener una economía con bajo dinamismo conlleva una serie de dificultades adicionales, como menores salarios y empleos, una mala distribución del ingreso y presiones sociales, debilidad de las finanzas públicas y personales, así como otros problemas adicionales. La solución para enfrentar lo anterior consiste en crear un entorno que propicie una mayor tasa de inversión, tanto privada como pública, la cual está estancada desde hace varios meses.
jcrh