NUEVA YORK.- Por alguna razón Donald Trump es el hombre más rico en llegar a la presidencia de Estados Unidos y grupos de ciudadanos creen que sus ingresos en el extranjero, violan la llamada «cláusula de emolumentos», posee 500 empresas en 23 países, razón por la que incurre en conflictos de intereses del presidente.
Su imperio privado es un entramado misterioso de empresas en varios sectores y países, coexiste el paralelo con su nuevo imperio público. Trump no ha hecho declaración fiscal y por tanto nadie conoce el verdadero alcance de sus negocios.
“Jamás hemos visto algo así con un presidente”, dice a El Confidencial Craig Holman, lobista de ética gubernamental y miembro de Public Citizen, una asociación sin ánimo de lucro que monitoriza la acción del Gobierno. “Tiene participaciones en al menos 500 empresas. Sus conflictos de interés son domésticos e internacionales, en 23 países. Desafortunadamente va a ser muy difícil desentrañar estos conflictos con certeza, porque Trump sigue negándose a revelar su declaración fiscal. Solo con esa declaración podríamos ver, exactamente, dónde tiene inversiones y propiedades, y cuánto”.
Donald Trump también está blindado por su cargo; la ley de conflictos de interés que fue aprobada en 1989 no afecta al presidente, aunque sí a la mayoría de altos funcionarios. La ley les prohíbe, por ejemplo, tener empresas que lleven su nombre. El propio Trump se refirió a ello hablando con ‘The New York Times’: “La ley está totalmente de mi lado: el presidente no puede tener un conflicto de interés”, declaró.
“Cada presidente en los últimos 40 años ha aceptado ese estatuto de todas maneras, para evitar conflictos de interés”, dice Holman. Reagan, Obama o Bush dejaron sus negocios en manos de un “trust ciego” que los gestionara en secreto. Cuando dejaron el poder, recuperaron sus negocios. Donald Trump, pese a las críticas de la Oficina de Ética, ha preferido dejar su empresa, la Trump Organization, en manos de sus dos hijos mayores.
El pasado enero la abogada del magnate declaró que este acuerdo impide al presidente beneficiarse de su empresa, pero los documentos revelados bajo la Ley de Libertad de Información (a petición de ProPublica) prueban que la Trump Organization sigue ligada al número de seguridad social de Trump: que Trump recibirá informes de lo que gana o pierde y que seguirá teniendo el poder de relevar del cargo a sus hijos.
Holman dice pertenecer a una “gran coalición” de asociaciones, instituciones y medios de comunicación dedicados a estudiar la gran telaraña del imperio Trump. Uno de estos grupos, CREW (siglas en inglés de Ciudadanos por la Ética en Washington), ha dado un paso más y ha denunciado al presidente citando la Constitución: la llamada “cláusula de emolumentos” que impide recibir regalos de gobiernos extranjeros.
La demanda ha sido puesta por un grupo de expertos y abogados, incluyendo a quienes fueron consejeros de ética de las presidencias de George W. Bush y Barack Obama. Dice que, dados los intereses de Trump en otros países, podemos considerar que recibe pagos de gobiernos extranjeros. Es la primera vez que se invoca esta cláusula para denunciar a un presidente, y es probable que la demanda no funcione, pero sus negocios siguen ahí. Aquí una lista parcial de sus posibles conflictos en EEUU y el extranjero.
Donald Trump tiene un edificio en el número 40 de Wall Street; es su posesión más valiosa y una de las más polémicas.
Según la agencia Bloomberg, desde 1995 el Gobierno ha investigado a 29 personas por 12 casos de fraude relacionados con este edificio, que ha acogido ladrones convictos, autócratas filipinos y empresas fraudulentas. Ahora mismo las autoridades investigan a cinco de sus residentes. La agencia responsable de este proceso es la SEC, que combate el fraude bursátil, y cuyo nuevo director ha sido nombrado por el propietario del edificio: el presidente de EEUU.
El Deutsche Bank es uno de los principales prestamistas del imperio Trump. Ahora mismo, el banco alemán está negociando con el Gobierno de Estados Unidos la cuantía de la multa a pagar por su papel en la crisis financiera, ya que vendió hipotecas sostenidas en préstamos basura. Negocia, prácticamente, con el hombre al que presta.
La primera semana de su presidencia, Donald Trump declaró su interés en posibilitar la construcción de dos oleoductos que habían sido bloqueados por el anterior gobierno: el Keystone XL y el Dakota Pipeline. El magnate poseía entre medio millón y un millón de dólares en una de las empresas responsables del Dakota: Energy Transfers. Aunque vendió esta participación, sigue teniendo el 25% de otra firma implicada, Phillips 66.
El presidente nombrará a dos comisarios en la cúpula de la FCC, el regulador federal de telecomunicaciones. La FCC supervisa a gigantes como Comcast, dueña del canal NBC, donde se emite el programa ‘The Apprentice’ que el propio Donald Trump presentó durante años y en el que sigue teniendo participaciones.
Fuera de Estados Unidos, Donald Trump tiene negocios en al menos 23 países, lo cual ha motivado la demanda basada en la “cláusula de emolumentos”, ya que el presidente seguiría beneficiándose, por el lado privado, de dinero extranjero.
El consejero delegado de Trump Hotels, Eric Danziger, declaró en octubre que planea abrir hoteles en 20 o 30 ciudades de China y otros bajo el paraguas de Scion, una subsidiaria de la empresa. La compañía colaboraría con una docena de empresas chinas. Por otra parte, el Banco de China, controlado por el Gobierno comunista y mayor prestamista del mundo, alquila un espacio en la Torre Trump en Manhattan.
Trump asegura que seguirá viviendo a caballo entre Washington y su propio edificio en la Quinta Avenida de Nueva York, donde recibe a visitantes extranjeros y aspirantes a integrar su equipo
Su corporación ya tiene presencia en otros países de Asia. Tiene un acuerdo de licencias en la construcción de un edificio de lujo en Filipinas junto a Century Properties, cuyo CEO, Jose E. B. Antonio, es el nuevo enviado especial filipino a Estados Unidos. Siete edificios de lujo en Corea del Sur pagaron a Trump para usar su marca, su empresa planea abrir dos resorts en Indonesia: uno en Bali y otro en Java.
La Trump Organization tiene acuerdos o proyectos en tres países de Oriente Medio de mayoría musulmana. Pese a que los autores de los atentados del 11 de septiembre de 2001 provenían de estos países, el presidente no los incluyó en su polémico bloqueo de visas que sí afecta a otros siete: Irán, Iraq, Siria, Libia, Sudán, Somalia y Yemen.
Nos referimos a Emiratos Árabes Unidos, donde su empresa está participando en la construcción y gestión, junto a Damac Properties, de un campo de golf y residencias de lujo en Dubái. La corporación también estudia posibles acuerdos en Yida, la segunda ciudad de Arabia Saudí, con media docena de empresas, y tiene intereses en Egipto a través de las subsidiarias Trump Marks Egypt y Trump Marks Egypt LLC. Su empresa posee la licencia en dos edificios de lujo en Turquía, uno residencial y otro comercial.
El magnate compró un campo de golf en Irlanda en 2014 y otro en Escocia el mismo año, donde también construyó uno pese a las protestas ecologistas. Los tres están dando pérdidas. En el Cáucaso Sur también tiene proyectos: una torre y un casino pendientes de construcción en Georgia. También tenía su licencia en un hotel de Azerbaiyán, pero según su empresa esta ha sido revocada recientemente. La embajada azerbaiyana celebró un evento en el hotel que la Trump Organización acaba de inaugurar en Washington.
Cabe añadir el acuerdo para construir cinco torres de oficinas y un hotel en Brasil, un hotel y una torre de apartamentos en dos ciudades de Canadá, tres proyectos en la India, uno en Panamá, otro en Uruguay, y la intención de explorar oportunidades hoteleras en Cuba, adonde han viajado varios representantes de la Trump Organization.
Desde las pasadas elecciones, esa “gran coalición” de grupos éticos y periodísticos sin ánimo de lucro ha experimentado una subida notable en las donaciones de particulares. Las aportaciones al Center for Public Integrity han crecido un 70% interanual, las de Marshall Project un 20%; ProPublica recibió 750.000 dólares en los días posteriores al 8 de noviembre, un 50% más de lo recaudado en todo el año anterior.
Craig Holman dice que dado el secretismo del nuevo presidente la coalición tendrá que actuar “con determinación periodística”, y aventura un futuro lleno de baches. “Es muy probable que la Administración Trump se convertirá en una de las más afectadas por escándalos de la historia”.
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