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Un capital en el que debemos invertir: el capital social

Un capital en el que debemos invertir: el capital social

Frente la escalada de violencia a la que nos hemos visto expuestos los mexicanos, surgen estudios desde diversas áreas de conocimiento, así como métodos de análisis para entender y explicar cómo es que ha crecido tanto la violencia social en ámbitos tan diversos, y entender de esta forma cómo se ha normalizado el delito en la vida cotidiana. Una aproximación es la de la ruptura del contrato social, otra la perspectiva de la falta de soporte social para las personas menos favorecidas, una más es señalar la debilidad de las instituciones que rigen nuestra vida legal. Con la agrupación de ellas es que nos aproximamos al concepto de capital social.

¿Qué es el capital social? es el conjunto de relaciones entre individuos o comunidades, las normas, valores y redes sociales que permiten la acción colectiva para resolver problemas compartidos, todo ello bajo las instituciones nacionales que rigen y sirven como contexto del desarrollo social. El capital social en países como México, funciona como un sistema de protección que tiene efectos sobre la economía de las personas. Por ello, es importante conocer ¿Qué tan relevante y organizada es la acción del capital social? ¿A quiénes brinda protección? y ¿Cómo el capital social genera efectos económicos?

Este capital social se desarrolla en una esfera diferente pero interconectada con el capital humano, mismo que describe las destrezas y capacidades que desarrolla un individuo gracias a tres inversiones que recibió en su persona: educación, alimentación y cuidados a la salud.



Hay evidencia respecto a que el capital social en la familia afecta el capital humano de sus integrantes, depende de la presencia de los adultos y de la atención prestada a los niños, que no tiene que ver con el nivel educativo de los padres, pues habrá carencia de capital social si las relaciones entre padres e hijos no son sólidas ni estrechas, e inevitablemente habrá choque intergeneracional. En esos casos, a pesar de que los padres posean gran capital humano los hijos podrían no beneficiarse del mismo si se trata de hogares con carencias de capital social. Particularmente, el capital humano se debe valorar y recompensar no sólo con la expectativa de mejores ingresos, sino por la sociedad en su conjunto; este reconocimiento al capital humano sólo se puede obtener con la existencia de cierto grado de capital social. ¿No es “peculiar” que en México los médicos y los profesores universitarios, que tienen muchos años de formación obtengan salarios más bajo en promedio que algunos puestos administrativos? Quizás es reflejo de lo mismo, los años de escolaridad no necesariamente son compensados en el mercado laboral.

Por otro lado, la pobreza es una privación multidimensional, donde la imposibilidad de tener activos, ingresos, bienes de consumo y/u otros elementos del bienestar, identifica a quien tiene esta condición. No hay sólo un tipo de pobreza, pues no sólo únicamente el ingreso determina el grado de polarización y marginación que padece un grupo social, sino su acceso a oportunidades. Roemer (1998) explica “…las oportunidades como el conjunto de circunstancias que afectan a las personas, pero que no dependen de sus propios esfuerzos o decisiones, sino que son determinadas por factores que están fuera de su control.”

Los pobres en los países como México poseen un capital social relativamente bajo, ya que viven en condiciones de escasa inversión social, con poca confianza ante las instituciones. Asimismo, el capital físico que ostentan es escaso y tiene poco valor en el mercado (Por ejemplo: casas con irregularidades, sin escrituras ni planos); además tienen escaso capital humano, con carga de enfermedad elevada, nivel educativo bajo, incluso analfabetismo y conductas alimentarias incorrectas. Por tanto, en busca de la reducción de la pobreza y la disminución de brechas económicas, se deben considerar a la educación y a la salud como bienes finales, en los que es indispensable invertir a lo largo del tiempo, a fin de lograr la ruptura de los círculos viciosos de bajo capital humano, aunado a esto es necesario modificar las inercias negativas dentro de los sectores más pobres de la población con el fortalecimiento del capital social.

Al tratar de brindar respuestas a estas inquietudes respecto a la relevancia del capital social, se desarrolló la Encuesta Nacional de Capital Social en 2006 y 2011 (la primera sólo incluyó el ámbito urbano). Siendo esta una encuesta que sirve para dotar de información respecto a las formas de capital social, las redes sociales y acciones colectivas más importantes en México. Los datos que brinda, permiten identificar y encontrar características de las relaciones sociales de las personas y su uso para resolver sus necesidades de la vida cotidiana, tales como: cuidado de hijos o familiares enfermos, obtener préstamos informales de dinero o ayuda para conseguir trabajo.



Entre los resultados relevantes respecto a los encuestados, resaltan que en términos de ayuda y confianza en los demás, sólo el 19% confía en la mayoría de quienes le rodean; el 50% opina que actualmente la gente se ayuda menos entre sí que antes. Respecto a relaciones sociales y redes de apoyo 4.37% de los mexicanos utiliza sus redes de apoyo para pedir prestado, haciéndolo principalmente con sus familiares, así como para encontrar apoyo no monetario también; para encontrar trabajo se recurre a los amigos. Respecto a participar en organizaciones, solo 24% pertenecen a una organización, entre ellos 43% ha participado con su tiempo y el 42.7% lo ha hecho aportando dinero.

Resulta francamente llamativo que la relación a la acción colectiva y social entre vecinos, que el principal factor de desunión entre las personas, son las diferencias educativas y de ingreso, pero se organizan básicamente para buscar solución de problemas respecto a servicios públicos como luz, agua, basura, baches y seguridad, temas urgentes en el corto plazo. Curiosamente no para mejorar servicios educativos, culturales ni médicos, mucho menos para hacer ejercibles sus derechos como ciudadanos que serían clave para romper las dinámicas de la desigualdad a través del fortalecimiento social.

jcrh