MÉXICO.- Centenares de muestras de diversas rocas, algunas muy antiguas, han sido recolectadas en la parte central del cráter Chicxulub, vestigio de la caída de un meteorito en esa zona de la península de Yucatán (hace 66 millones de años) y huella del antes y después de la vida en la Tierra, pues ocasionó la extinción de 75 por ciento de las especies al final del Cretácico, entre ellas los dinosaurios.
El líder del proyecto, en el que colaboran 33 científicos de 11 países, es Jaime Urrutia Fucugauchi, investigador del Instituto de Geofísica (IGf) e integrante de la Junta de Gobierno de la UNAM.
Como si fuera un rompecabezas científico de la antigüedad, los vestigios preservados en el cráter son analizados en un sitio sobre el anillo de picos, en el sector marino de la zona central de la estructura.
En el lugar (ubicado a 30 kilómetros de Puerto Progreso, Yucatán) se instaló y operó una plataforma de perforación, donde se horadó dentro de las secuencias de rocas, sobre y en el interior del cráter. Aquí trabajó un grupo de 12 científicos que incluyó, por parte de México, a Ligia Pérez Cruz, también del IGf, quien estuvo a cargo del Laboratorio de Geoquímica.
Los investigadores a bordo hicieron los estudios iniciales en los núcleos de perforación y mediciones de propiedades físicas y químicas con sensores introducidos en el pozo. Los datos y observaciones aportan las piezas que los científicos deben leer e interpretar para saber qué pasó y cómo se modificaron las formas de vida planetaria y los procesos de formación del cráter.
“Los cientos de cilindros de muestras son piezas del rompecabezas de donde obtenemos información inédita”, resaltó Urrutia, también presidente de la Academia Mexicana de Ciencias.
La labor se enmarca en el Programa Internacional de Descubrimiento de los Océanos (IODP, por sus siglas en inglés), cuyos integrantes se reunirán en breve en Alemania para debatir la estrategia a seguir y analizar en sus laboratorios cerca de ocho toneladas de muestras. Parte de los hallazgos y resultados se debatirán en septiembre y octubre en los laboratorios de la Universidad de Bremen.
La primera idea que viene a la mente es pensar en Chicxulub como una piedra gigante que, al caer violentamente al agua, salpicó y formó ondas que se congelaron. Pareciera que la roca deformada a altas presiones y temperaturas en fracciones de segundo se comporta como un fluido que luego se enfría y se hace sólido, comentó Pérez Cruz, integrante de la Expedición 364 y vicepresidenta de la Unión Geofísica Mexicana.
Sin embargo, el anillo de picos alrededor del cráter es deformado y diferente a otras estructuras que lo integran. La perforación ha aportado evidencia de las diferentes unidades que constituyen la estructura debajo del mismo, incluidas rocas del basamento excavadas y levantadas en el impacto y formación de la depresión.
Los nuevos datos permitirán dilucidar las condiciones y los mecanismos involucrados en la construcción del anillo de picos; los científicos diseñarán modelos numéricos para analizar esa formación. En la Expedición 364 (realizada en abril, mayo y principios de junio) se obtuvieron muestras de rocas dentro del anillo, pues se hicieron las primeras perforaciones del material que eyectó entonces.
Mientras los científicos continúan y amplían sus trabajos, el gobierno de Yucatán (en especial la Secretaría de Medio Ambiente estatal) promueve la protección de la zona de Chicxulub como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
“Para los investigadores se requerirían más permisos y sería más difícil la indagación en la zona, pero siempre es bueno contar con un área protegida, y más el cráter, que contiene evidencias de un evento único en el planeta”, opinó Jaime Urrutia.
La protección mundial también tranquilizaría a los comuneros locales, que se han opuesto a este proyecto por las consecuencias ambientales que tendría; pero se hizo una perforación limpia, el agua se refiltró y se obtuvieron muestras encapsuladas, finalizó Urrutia.
con información de la UNAM
jcrh