ESTADOS UNIDOS.- Se cumplen 25 años del lanzamiento de «Nevermind», considerado como uno de los discos más importantes de todos los tiempos y ariete del estilo grunge, además de ser un transformador del negocio musical tal como se conocía y un manifiesto definitivo de la criticada y creativa «Generación X» en todo el planeta.
Un cuarto de siglo después, «Nevermind» no perdió nada de su dolorosa potencia, del grito desgarrado de una generación entera, que tras la espasmódica explosión punk, manifestaba todo su desencanto con un sistema en el que se sentía triturada y engañada.
Sus creadores, Nirvana, banda conformada por Kurt Cobain, Krist Novoselic y Dave Grohl, fue una arriesgada apuesta del sello Geffen, ya que se pensaba que podría vender como máximo, hasta 250 mil copias, debido a que estaba dirigido a un mercado específico y limitado.
Sin embargo, su éxito comercial fue sorprendente, llegó a vender hasta 300 mil copias en sólo un día, colocando a Seattle como la nueva capital del rock y centro nervioso del llamado grunge.
«Nevermind» marca el ejemplo perfecto de una obra maestra que supo interpretar el espíritu de una época, de voces, fermentos y tormentas, adelantando los relojes, transformando las referencias en algo nuevo, cerrando una época para abrir otra.
Un éxito glamoroso, incapaz de detenerse, nacido de abajo, del boca en boca y lanzado con fuerza explosiva por el tema «Smells Like Teen Spirit», el primer sencillo. Para después, con el disco ya editado y con otros hits como «Come As You Are» y «Lithium», conseguir lo impensado, desplazar nada menos que a «Dangerous» de Michael Jackson del número uno de los listados.
Así como no se habían grabado las copias suficientes, tampoco se había organizado una promoción masiva, y los grandes medios y cadenas se vieron tomados por sorpresa por la avalancha grunge.
Por primera vez, el llamado rock «indie» se convertía en fenómeno mundial, una verdadera revolución, incruenta, pero una revolución.
Un trío de guitarra, bajo, batería y voz, con declaradas y explícitas influencias del punk rock y de grupos ya entonces de culto como los Pixies, con un cantante que era la antítesis del glamour de los «divos» del rock, y una producción seca, esencial y visceral había conseguido poner al mundo patas para arriba. Sus letras expresaban ansiedad, dolor, una constante inquietud ante el mundo, paradójicamente, a la vez tenían un poderoso efecto movilizador y electrizante para su público extremadamente joven.
La música indie pasaba con Nirvana de fenómeno marginal a centro propulsor de la escena, creando un nuevo riquísimo mercado y al mismo tiempo llevando al centro del escenario a personajes y figuras surgidas entre los desechos del establishment y de la industria musical.
La portada de «Nevermind» también pasó a la historia, con el niño Spencer Elden, de cuatro meses, desnudo y sumergido en el agua de una piscina tras la ilusoria imagen de un billete de un dólar, como un burro detrás de una zanahoria.
Elden repitió la toma, a los 17 años de edad, ahora vestido con una bermuda, para una reedición del album.
En 1991 no faltó quien quisiera censurar la tapa, despertando la furia de Cobain, que para la parte posterior del sobre había pensado en un collage de fotos de pedazos de carne cruda, ilustraciones del Infierno de Dante y fotos de infecciones vaginales, además de una foto de los Kiss.
El suicidio de Cobain con un escopetazo, apenas a tres años de su explosivo éxito, el 5 de abril de 1994, marcó el inevitable final para Nirvana y aumentó el aura mítica que envuelve aún hoy todo lo que tiene que ver con el trío de Seattle.
Muchos hablaron de un ascenso muy rápido, abrumador y vertiginoso para un espíritu demasiado sensible, que había logrado de modo inesperado un triunfo rotundo, con lo que también muchos definieron como «un disco punk en un envase pop».
«Nevermind» cumple su cuarto de siglo con la fuerza de las obras sin tiempo, con la potencia de un álbum que le dio voz a una generación y reescribió la historia del rock.
jcrh