AFGANISTÁN.- Tras reabrir decenas de escuelas y establecer bibliotecas allá donde ni las autoridades afganas se atreven a ir, el joven activista Matiullah Wesa y su ejército de voluntarios subidos en sus motocicletas quieren reabrir mil colegios cerrados por la guerra.
Desde la caída del régimen talibán con la invasión de Estados Unidos en 2001, Afganistán ha hecho grandes avances en el plano de la educación y en la actualidad tiene 9.2 millones de menores escolarizados, el 40 % de ellos niñas, en 17.400 colegios.
No obstante, otros 3 millones de niños todavía no van a la escuela y al menos un millar de colegios permanecen cerrados en diferentes puntos del país, debido principalmente a la amenaza insurgente.
El propósito de Wesa es llenar pronto esas aulas vacías con las risas de centenares de niños.
Las motos son uno de los medios de transporte favoritos de los talibanes y ahora los chicos de la Sociedad Civil Camino del Bolígrafo (PPCS, en inglés) quieren utilizarlas para «viajar a las zonas más inseguras y de difícil acceso para reabrir colegios y entregar libros a los niños».
En moto podemos llegar a toda las aldeas y casi todos nuestros voluntarios se las pueden arreglar para llegar a las aldeas inaccesibles por carretera», explicó Wesa, al frente de la ONG.
Con esta campaña, que comenzaron el pasado día 1, el joven de 23 años y sus chicos visitarán cada una de las 34 provincias de Afganistán y tratarán de llegar a esos lugares remotos a los que el Gobierno no ha logrado acceder con sus programas centrados principalmente en los núcleos urbanos.
Wesa estableció PPCS en la sureña provincia de Kandahar, la cuna del movimiento talibán, cuando él mismo era un estudiante en 2009 y pronto se unieron a él otros cientos de alumnos de diferentes niveles y de otros puntos del país.
Desde entonces, su ejército por la educación viaja a las aldeas más «inseguras y remotas», donde tras décadas de guerras encadenadas muchos todavía tienen una opinión negativa de la enseñanza, especialmente la femenina.
«En las aldeas remotas, al principio la gente suele tener reacciones duras cuando los visitamos, pero cambian de opinión tras una corta conversación», explica el joven graduado en Ciencias Políticas y Diplomacia.
No solo han logrado cambiar mentalidades, sino que también han conseguido que centenares de ancianos analfabetos y otras figuras influyentes entrasen a formar parte de sus campañas de sensibilización para promocionar la educación femenina, prohibida durante la época del régimen talibán (1996-2001).
Según datos del Ministerio de Educación, la tasa de alfabetización es del 39 % en Afganistán, pero la cifra se reduce a apenas un 25 % al hablar de mujeres y es todavía más baja en las zonas rurales.
La guerra de décadas es la razón principal del alto analfabetismo y hasta que no eliminemos el analfabetismo no tendremos paz, estabilidad ni desarrollo en Afganistán», consideró Wesa.
De ahí que su labor no se reduzca a la reapertura de escuelas y sensibilización de la sociedad, sino que insistan en la colecta de libros para repartir entre los niños en las aldeas que visitan, donar en las universidades o llenar las estanterías de las bibliotecas Camino del Bolígrafo.
Hasta la fecha, han reunido más de 60.000 libros con esta campaña y este año planean abrir 15 bibliotecas nuevas en diferentes puntos del país.
En los últimos siete años, también han ayudado a 2.000 huérfanos a mudarse de sus remotas aldeas a núcleos urbanos con escuelas e incluso han conseguido becas para enviar al extranjero a decenas de jóvenes sin recursos.
El camino, sin embargo, no ha sido fácil y la amenazas de muerte forman parte del día a día de estos chicos. «Deja que esta ONG continúe, al menos promocione una idea entre la gente y si mañana no estoy vivo, otros jóvenes y organizaciones me tendrá como un modelo a seguir para ayudar y defender la educación de los niños y las niñas», indicó Wesa.
con información de agencias
jcrh