Ilse Valfre apenas tenía 22 años cuando comenzó un blog que la llevaría a cambiar su actividad desde de educadora de niños a dueña de un exitoso negocio de moda, accesorios y arte.
Hoy entre las fans de su marca Valfre hay actrices como Jessica Alba, Emma Roberts o Bella Thorn, aunque le ha tocado luchar para proteger sus diseños y superar muchos desafíos logísticos.
«Me encantan los niños, pero no era lo mío», dice la joven que nació en México y luego se fue a vivir a Estados Unidos.
«No quería estudiar moda, pero quería hacer algo relacionado con ella».
«Dibujar siempre fue un hobby, así es que decidí postear mis ilustraciones y construir un negocios en torno de mi arte».
Para algunos podría sonar como un plan arriesgado y, de hecho, la diseñadora tuvo que volver a vivir con sus padres en Tijuana para poder ahorrar dinero.
Pero sus dibujos de personajes femeninos parecidos a los que aparecen en libros de cómic o manga de Japón rápidamente llamaron la atención.
«Dibujaba esas mujeres vestidas con ropa que yo no podía pagar y las compartía en mi blog», cuenta Valfre.
«Posteaba todos los días al menos dos veces y empecé a tener como cinco seguidores después de cada post. Un año después, tenía una buena cantidad de seguidores».
Le copiaban sus diseños en China
Todo comenzó a tener sentido cuando la emprendedora descubrió que sus diseños eran copiados y utilizados en prendas de vestir que se vendían en internet en China.
«En ese momento me di cuenta que había un mercado y me motivó a crear mi propio producto».
Entonces se puso a producir su propia línea de camisetas y bolsos, que le permitió lanzar su marca Valfre en 2013.
Actualmente su empresa -con sede en Los Ángeles, California- vende una amplia gama de ropa de mujer y accesorios inspirados en su trabajo de arte, además de estampados y tarjetas de saludos.
Sus productos pueden comprarse en 28 países (en tiendas como Urban Outfitters y Nordstrom) y sus ventas han crecido rápidamente para alcanzar US$2 millones en 2016.
Valfre, quien ahora tiene 30 años, cree que las redes sociales jugaron un papel gigantesco en el crecimiento de su marca y le atribuye gran parte de su éxito a las fotos compartidas a través de Instagram.
«Instagram era nuevo cuando comencé», cuenta.
«Cuando decidí lanzar mi marca, tenía 25.000 seguidores. Ellos estaban muy comprometidos con mi trabajo. Mis estampados se vendían en menos de una hora».
Hoy sus seguidores suman 700.000.
«Cruzaba la frontera dos veces a la semana»
Aunque ahora la marca es exitosa, la diseñadora vivió tiempos difíciles.
En 2011 empezó a vender sus productos en un sitio de moda en EE.UU. llamado Big Cartel. Pero como los envíos desde México no eran confiables, tuvo que llevar ella misma los productos de Tijuana a San Diego, desde donde los enviaba por correo.
«Cruzaba la frontera dos veces a la semana -no tenía auto en ese momento-, los martes y los jueves».
«Las filas eran demenciales a veces y habitualmente me demoraba tres horas en cruzar la frontera».
Hasta que hacia fines de ese año, mientras asistía a un festival de música en California, conoció al que más tarde sería su esposo y el director ejecutivo de la firma.
Donald Eley, por entonces un emprendedor en el mundo de las startups, vio el potencial de la marca Valfre.
«Él realmente creyó en mi trabajo artístico y me ayudó a elaborar un plan de negocios y a encontrar personas que podrían interesarse en invertir».
Por un buen tiempo la pareja tuvo que almacenar los productos en su apartamento de dos habitaciones, incluso después de que su primer hijo había nacido.
El producto que hizo famosa a la empresa
La situación cambió en 2014, cuando las ventas subieron y Valfre pudo contratar la primera persona para trabajar en la firma y arrendar una oficina en Los Ángeles.
La emprendedora cree que el salto lo dieron después de lanzar una funda de teléfono de silicona 3D, que les permitió entrar en Asia.
Se llamaba «100% lágrimas de chicos» y tenía la forma de una caja de leche.
«El producto se hizo viral», cuenta. «Había muchas chicas, especialmente de Corea y Japón, que les gustaba la funda y que se tomaban selfies con ellas. Nos abrió el mercado asiático».
A medida que la compañía sigue creciendo, el principal problema es que la gente le copia los diseños.
En mayo de este año, Valfre interpuso un recurso legal contra dos empresas de ropa (Rue 21 y Forever 21) por una supuesta vulneración del derecho de autor.
Rue 21 llegó a un acuerdo, mientras que Forever 21 -que niega cualquier responsabilidad- irá a los tribunales.
Ilse Valfre ahora quiere expandirse más allá de la moda y el arte. Le gustaría producir un programa de televisión basado en sus personajes y quizás, un parque temático en algún momento del futuro.
«Quiero ofrecerle más a nuestros clientes y nuestra base de seguidores al hacer que los personajes cobren vida», cuenta la empresaria. Y pocos estarían sorprendidos si finalmente se sale con la suya.
Vía BBC Mundo