ESTADOS UNIDOS,- El avance de la tecnología permite el surgimiento de diversos tipos de transporte nuevos, el sistema de propulsión eléctrico, a diferencia del motor de combustión interna, con gran capacidad de escala y que puede impulsar una patineta de 5 kilos hasta un autobús de 20 toneladas.
Esta explosión de nuevos vehículos posibilita dos revoluciones: la tecnología de conducción autónoma y la transición desde la propiedad de vehículos al transporte como un servicio.
Los vehículos eléctricos prometen revolucionar el transporte personal donde destaca el i-Road de Toyota Motor de tres ruedas con motor eléctrico. En este campo han surgido el EV1 de General Motors y el modelo eléctrico RAV4 original de Toyota Motor e incluso están superando grandes obstáculos, la expansión del mercado ha generado demanda de partes que ha contribuido abaratarlas, mas accesibles así como los teléfonos móviles.
Durante la Feria de Electrónica de Consumo de Las Vegas, la avalancha de vehículos personales incluía modelos más ligeros y potentes, como las patinetas, constituyen lo que los planificadores urbanos denominan transporte del «último kilómetro», pueden llevarse en medios de transporte masivo y son particularmente útiles para distancias cortas en ciudades densas.
Con la combinación de motores avanzados, velocidades de hasta 30 kilómetros por hora y facilidad de uso incluso para los principiantes, pueden eliminar los desafíos que presentaban sus predecesores manuales.
La movilidad, tanto como la diversión, es la razón por la que la patineta eléctrica Swagtron Swagger está hecha de fibra de carbono y pesa apenas 7,7 kilos, pero tiene una autonomía de 24 kilómetros y una velocidad máxima de 24 km/h, según un vocero de la empresa. Con un precio de US$400 en Estados Unidos, cuesta lo mismo que una bicicleta decente y no le exigirá ni una gota de sudor.
También existen vehículos más grandes como el scooter eléctrico GenZe 2.0 de Mahindra Group, que tiene una batería extraíble y recargable, y el Gogoro Smartscooter, que puede acelerar de 0 a 50 km/h en 4,2 segundos y ofrece una velocidad máxima de 95 km/h.
El Arcimoto SRK, un vehículo techado de tres ruedas, saldrá al mercado en los próximos meses a un precio de US$11.900 y buscará atraer a los que necesitan un segundo auto. El prototipo i-Road de Toyota está dirigido al mismo mercado, así como el Renault Twizy, que parece un carrito de golf inflado.
En 2015, los autos pasaron a ser los mayores consumidores de baterías de iones de litio por valor. En consecuencia, “las baterías se están volviendo entre 4% y 8% más baratas cada año, y ese efecto compuesto durante los últimos cinco años ha tenido un impacto enorme” sobre la industria de vehículos eléctricos, dice Ryan Popple, presidente ejecutivo del fabricante de autobuses eléctricos Proterra. En 2016, la compañía vendió más de 200 buses a ciudades a lo largo de EE.UU.
Las mismas fuerzas del mercado han hecho que los materiales compuestos —antes un lujo exótico que podían pagar sólo los fabricantes de aviones y turbinas eólicas— sean más accesibles ahora para prácticamente cualquier fabricante de vehículos eléctricos. Para que estos vehículos tengan una buena autonomía y aceleración, aligerarlos es tan importante como añadir más baterías. La fibra de carbono es tan vital para la patineta Swagtron como para el auto deportivo eléctrico i8 de BMW, que cuesta US$140.000, y los buses de Proterra.
Muchos vehículos eléctricos nuevos están diseñados con la autonomía en mente. Los buses de Proterra pueden acoplarse de forma automática a estaciones de recarga.
Danny Shapiro, director sénior de la división automotriz del fabricante de chips Nvidia, dice que los buses de enlace y medios de transporte similares serán probablemente los primeros vehículos totalmente autónomos, puesto que operan bajo un rango limitado de condiciones, en rutas previsibles y a menudo en propiedades privadas.
Los vehículos de Arcimoto tendrán “capacidad autónoma desde el primer día”, afirma su presidente, Mark Frohnmayer, cuya visión a largo plazo es proveer vehículos de conducción autónoma para flotas de autos que complementen el transporte público masivo.
Por ahora, los fabricantes de vehículos eléctricos están asumiendo un enorme riesgo, con un enfoque de construir y esperar que sean adoptados. En 10 años, sin embargo, la noción de que un auto tenga que ser una bestia de 1.500 kilos que devore gasolina parecerá tan anticuada como la idea de que una ciclovía es sólo para bicicletas impulsadas por humanos.
Lo que está en el medio son dos obstáculos igualmente difíciles: cambiar la mentalidad de los consumidores y renovar la infraestructura de transporte.
Debido a esto, la revolución de los vehículos eléctricos podría tener un mayor impacto fuera de EE.UU. Frohnmayer, de Arcimoto, cree que EE.UU. será uno de los mercados más difíciles para la empresa. China, India e incluso Europa tienen ciudades más densas, menores tasas de propiedad de autos, peores problemas de polución y una necesidad general de más medios de transporte pequeños, ligeros y libres de emisiones contaminantes a un costo total más bajo que poseer un auto típico.
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