HANGZHOU,- Xi Jinping intentará motivar a las economías desarrolladas y emergentes a que «definan las reglas globales» con el objetivo de desarmar una perniciosa ola de proteccionismo y de guerras comerciales. Las condiciones son favorables y todo está listo en esta ciudad anfitriona de la cumbre del G-20, luego de un panorama oscuro en China por la inestabilidad económica y la devaluación del yuan.
El domingo, en la apertura, el presidente Xi Jinping estará por primera vez al frente de cumbre del Grupo de los 20, que será la última del presidente estadounidense Barack Obama.
EL FMI promovió a Pekín para las medidas estabilizadoras sobre el crecimiento, y advirtió ayer sobre las dificultades más insidiosas sobre el alcance del objetivo definido por el G-20 de Brisbane (en noviembre de 2014) de centrar un PIB adicional del 2% antes de 2018.
China, no obstante la desaceleración, da aún una distribución de un tercio del crecimiento mundial, pero ya no es suficiente. El «mantra» económico visto como «la prioridad» fue repetido por los medios oficiales en las últimas semanas, pero en un mundo cada vez más multipolar y conflictivo, los asuntos políticos no podrán permanecer fuera de las reuniones plenarias, pese a los esfuerzos chinos por evitar temas incómodos, sobre todo el de las aguas del mar chino meridional y oriental por las duras batallas territoriales entre Pekín y los vecinos.
Obama se reunirá mañana con Xi y hablarán sobre las cuestiones relativas a la economía global, el cambio climático y esfuerzos comunes contra la proliferación de armas nucleares (como el acuerdo en esa materia con Irán). También está previsto que hablen sobre la guerra civil en Siria y los temores que rodean a la península coreana, ante el inquietante crecimiento de las pruebas nucleares del régimen de Kim Jong-un.
Al mismo tiempo, no faltarán temas como la seguridad cibernética, el comercio y la guerra del acero, los litigios marítimos y derechos humanos. El mandatario estadounidense también tiene previsto reunirse con su par turco, Recep Tayyip Erdogan, en el primer encuentro que tendrán tras el fallido golpe de Estado del pasado 15 de julio en Ankara. Otro tema central de esa conversación tendrá que ver con la lucha contra el Estado Islámico y la reapertura de relaciones entre Ankara y Moscú.
Es probable que Obama se reúna también con el presidente ruso, Vladimir Putin, quien tendrá una recepción especial al remarcarse el vínculo estratégico instaurado entre Moscú y Pekín, sellado por treinta acuerdos bilaterales de primer plano, desde energía a infraestructuras. En la cumbre anual del G-20, en una Hangzhou muy limpia, blindada y desierta pese a los 9 millones de habitantes, pesa el pronóstico incierto de la economía mundial también por el llamado «Brexit», en junio pasado, y las dificultades de las economías emergentes.
Por eso, como ya se señaló en el G-20 financiero de julio, se ratificará «la promesa» de usar herramientas posibles, monetarias y fiscales, con las indispensables reformas estructurales para obtener un crecimiento «sostenible y equilibrado».
Sobre Obama, quien se despedirá de la cumbre, pesan algunas sombras: el ocaso de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP), el acuerdo de libre intercambio con la Unión Europea, y la imposibilidad de ratificar en los tiempos esperados el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, otro gran pilar estratégico sobre el comercio.
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