La inversión fija bruta registró un crecimiento de 0.6% anual en el primer trimestre de 2016, en relación al mismo periodo del año anterior, porcentaje insuficiente para que la economía nacional y la creación de empleos mantengan un dinamismo sólido en los siguientes trimestres. Parte de este deterioro es debido, sin lugar a dudas, al difícil entorno internacional, pero también a que la situación nacional no propicia un incremento relevante de la inversión.
La incertidumbre provocada por la posible salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, que puede definirse en el referéndum que se lleva al cabo el jueves 23 de junio, así como la candidatura de Trump en los Estados Unidos y la velocidad de la contracción en la política monetaria de ese país son solo algunas de las incógnitas que tienen mayor peso en el comportamiento de la inversión en nuestra nación. Por otro lado, el elevado déficit fiscal en México y la impopular reforma fiscal, el crecimiento de la deuda pública (que representa cerca del 50% del PIB) y los temas de corrupción, la confrontación que tiene el gobierno con diversos sectores sindicales y empresariales, así como la inseguridad en diversas partes del territorio nacional no crean un entorno propicio para la inversión privada.
En la actualidad se ha logrado mantener el crecimiento anual de la economía en niveles del 2.8%, apoyándose de manera primordial en el déficit fiscal y en la expansión del crédito bancario, sobre todo el canalizado al consumo. Sin embargo, lo anterior propicia que se eleve el déficit externo, esto es las importaciones son superiores a las exportaciones, lo que deteriora al tipo de cambio para así tratar de restablecer el equilibrio del sector externo. Una manera de evitar esta devaluación del peso mexicano sería que hubiera mayores flujos de capitales del exterior hacia el país, como podrían ser los de Inversión Extranjera Directa o la canalizada al mercado de dinero o a la bolsa de valores. Sin embargo, el actual entorno interno no solo no atrae nueva inversión, sino que ya está funcionando en la dirección contraria, es decir empieza a detectarse salida de capitales del país.
Es por lo mismo que varios opinan la conveniencia de elevar las tasas de interés, para lograr que se incrementen los flujos de capitales del exterior. Aunque es posible que esto sí apoye la entrada de capitales, también tendría varios costos, como son: 1) Impacta de manera negativa el consumo, al elevar el costo del financiamiento y reducir el crédito canalizado al mismo. 2) Perjudica a los deudores al incrementarse el pago por sus adeudos pasados, lo cual les reduce su ingreso disponible. 3) El aumento de las tasas de interés reduce el valor de los bonos y de los fondos de inversión de renta fija, como son las siefores, lo cual ocasiona pérdidas a los ahorradores, lo que provoca descontento entre los trabajadores y empleados. 4) Elevan el servicio de la deuda pública, que es uno de los conceptos que más han crecido en los pasados años, reduciendo la cantidad de recursos que tiene el gobierno para realizar las labores que le son propias, como la seguridad y la administración de la justicia.
Es conveniente enfatizar que las tasas de interés, sobre todo las de mediano plazo, ya empezaron a elevarse en las pasadas semanas. La mejor manera de evitar que se sigan presionando es por medio de la reducción del déficit fiscal, lo cual baja la demanda de recursos en el mercado de crédito en el país, liberando así recursos para la inversión privada. Esto es, un menor déficit del gobierno libera recursos para que los particulares puedan invertir más.
* Economista