CIUDAD DE MÉXICO,- En las últimas cuatro décadas, el organigrama económico ha cambiado. Hoy, más del 50 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), mundial lo concentran mil empresas privadas. Con este nuevo ordenamiento, y tras el frágil estado de la economía actual, se han replanteado las responsabilidades del gobierno y de las empresas, ya que el Estado ha dejado de poseer el monopolio de numerosas actividades públicas.
Hablar de ética y responsabilidad empresarial se enmarca en las dos últimas crisis cismáticas para el mundo: la de 1930 y la de 2008, “cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) buscó cuáles fueron las causas de estas crisis, se percató de que la ética empresarial jugó un papel fundamental, puesto que las empresas crearon un ambiente de codicia desenfrenada y sin escrúpulos llevando a los más pobres a la insolvencia”, reveló el doctor en ciencias económicas, Bernardo Kliksberg en su charla
“El nuevo debate sobre la responsabilidad social empresarial en el mundo y cómo maximizar el impacto de las alianzas público-privadas en México y la región”, que se realizó en el Instituto de Administración Pública.
El especialista explicó que no fue cosa de manzanas podridas, sino que esas crisis revelan la falta de cultura empresarial. “Entonces se planteó que para que los mercados funcionen necesitaban ser transparentes y eso se lograría a través de regulaciones; sin embargo, ocurrió lo contrario, pues al crear instituciones que regularan la transparencia esta se volvía más inexistente”.
Ante esta situación, la ONU creó un Pacto Mundial sobre la responsabilidad empresarial que plantea 10 principios básicos: “Las empresas deben apoyar y respetar la protección de los derechos humanos fundamentales reconocidos internacionalmente dentro de su ámbito de influencia, debe asegurarse de que sus empresas no son cómplices en la vulneración de los Derechos Humanos, deben fomentar las iniciativas que promuevan una mayor responsabilidad ambiental y deben trabajar contra la corrupción en todas sus formas, incluidas extorsión y soborno”, solo por mencionar algunos puntos.
El resultado de estas crisis profundizó la discusión sobre la ética empresarial, que no tiene que ver con filantropía si no con el mantenimiento de las estructuras económicas, o como el gran empresario John D. Rockefeller decía: hay que ser sensible a la sociedad.
Bernardo Kliksberg, reconocido pensador sobre temas sociales y económicos, dijo que las empresas -con el gran poder que tienen- no se pueden manejar bajo esquemas tradicionales en donde la única función sea incrementar sus activos.
“El sistema capitalista está sitiado y las empresas se han considerado como la causa de los problemas sociales, ambientales y económicos. La mayoría de las personas creen que las empresas han prosperado a expensas de la comunidad. Las nuevas empresas tienen que olvidar los viejos esquemas, las nuevas deben crear valor social”, explicó el escritor.
La razón es simple, y es el argumento que sustenta el Pacto Mundial de la ONU, creado por Elizabeth Warren, actual senadora de Estados Unidos quien dice: “Básicamente, la infraestructura del país de la que usted se beneficia fue construida por los ciudadanos y ahora, la reputación de una empresa es muy importante, al igual que la opinión pública y la prensa puede hundir reputaciones”, citó Kliksberg.
El economista argentino mencionó que no es imposible crear valor económico y valor social; como ejemplo, hizo referencia a la empresa boliviana Natura quien tiene un balance financiero, ambiental y social, al dar empleo a muchas mujeres.
Mientras que Pay pal se negó a extender sus servicios a Carolina del Norte porque el Estado no permitía el acceso a los baños públicos a las personas Lesbianas, Homosexuales y Transgéneros. Es decir, el nuevo rol de la empresa es ejercer presión sobre el Estado para que tome medidas.
Según el sociólogo, la responsabilidad empresarial depende de seis puntos: Una empresa que trata bien a su personal, eso incluye un trabajo y un sueldo decentes; la no discriminación de la mujer y de la familia, “las mujeres al fin se han incorporado al sistema de trabajo pero con un sueldo bajo, a ese ritmo de crecimiento nos alcanzarán en un siglo. Mientras que una empresa que basa la efectividad de sus empleados en su capacidad de hacer méritos (quedarse más horas o total disposición) destruye familias”.
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