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(video) ¡Adiós Bud Spencer!

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ROMA, ITALIA.- El actor italiano Bud Spencer, cuyo nombre real era Carlo Pedersoli, murió hoy a los 86 años. «No sufrió, tenía a todos nosotros al lado y su última palabra fue ‘gracias'», contó el hijo del artista que nació en Nápoles el 31 de octubre de 1929.

Con Spencer «desaparece un gran intérprete de nuestro cine que en el curso de su larga carrera supo divertir a generaciones enteras y conquistar al público con su grandísima profesionalidad», dijo el ministro de Bienes Culturales y del Turismo, Dario Franceschini.



Para todos quedará como el gigante bonachón que repartía trompadas siempre en dupla con su amigo inseparable Terence Hill. El hombracho barbudo de los spaghetti western de los años ’70, esas películas tan distintivas que conquistaron a los chicos enamorados de aquellos dos burlones personajes de «Me llaman Trinity» (1970).

Pero Pedersoli fue en realidad protagonista de una multifacética y larga vida en la que se destacó tanto como actor, en diferentes tipos de papeles, como así también pluricampeón deportivo y representante de élite olímpico para Italia.

Aparte de los filmes populares, Spencer participó del thriller «Cuatro moscas sobre terciopelo gris» (1971), dirigido por Dario Argento, además del cine de autor con Ermanno Olmi en «Cantando tras los biombos» (2003) y en el drama de denuncia civil en «Turín Negro» (1972), dirigido por Carlo Lizzani.

En Italia yo y Terence Hill simplemente no existimos, a pesar de la gran popularidad que tenemos todavía hoy entre los niños y los más jóvenes. Jamás nos dieron un premio, ni siquiera nos invitaron a festivales», se lamentaba Spencer en los últimos años.

Su última aparición en televisión fue en 2010 con «I delitti del cuoco» («Los delitos del cocinero»), serie de ficción de Canale 5.



El año pasado fue homenajeado en Nápoles con una medalla y una placa a su larga trayectoria, que le fueron entregadas por el alcalde Luigi De Magistris en el Palacio San Giacomo en nombre de su ciudad natal.

Juntos o separados, Bud Spencer y Terence Hill escribieron distintos e importantes momentos entre los más felices de la producción artística nacional italiana.

Desde la serie inolvidable de los «Spaghetti Western», un género hecho a su modo hasta llegar a ser una marca de fábrica; a la aventura cómica, otro género en el que se especializaron, y las producciones de calidad, internacionales y de entretenimiento puro.

Carlo había nacido en el barrio napolitano de Santa Lucia, hijo de un hombre de negocios de Brescia, cuyas ocupaciones lo obligaron a mudarse junto a su familia a Roma, al barrio Parioli, en 1940. Se inscribió entonces en el colegio y en un curso de natación, teniendo un desempeño brillante en ambas actividades, al punto de comenzar luego la carrera universitaria de Química con apenas 17 años de edad.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la familia cambió nuevamente de ciudad, y de continente, los Pedersoli terminaron en Río de Janeiro, Brasil, y Carlo debió abandonar sus estudios. Trabajó de todo un poco, como obrero, bibliotecario, empleado del Consulado italiano, en Brasil, en Argentina y en Uruguay.

De vuelta a Italia a comienzos de los 50 retomó sus estudios, pero sobre todo su entrenamiento como nadador, transformándose en un verdadero as de las piscinas, campeón italiano de los 100 metros libres en siete oportunidades consecutivas.

Dejó la Química por la Abogacía, título que logró también de manera destacada a la par de sus proezas en el deporte, que lo llevaron a competir en los Juegos Olímpicos de Helsinski, en 1952, de Melbourne, en 1956 y de Roma, en 1960.

Gracias a su físico apolíneo fue contratado como extra en «Quo Vadis?» (1951) y también participó en «Aníbal» (1959), rodaje en el que conoce al joven actor Mario Girotti, que luego sería su inseparable compañero, Terence Hill, años más tarde.

Mario Monicelli le daría su primer papel verdadero como actor en 1955, el del agresivo Nando en «Un héroe de nuestro tiempo», y tras su participación en las olimpiadas romanas dejó el nado deportivo de alta competencia. Volvió a trabajar por un período en Sudamérica, esta vez en Colombia y Venezuela y al retornar otra vez a Italia abrió su propio negocio y se casó con Maria Amato, hija del reconocido productor Peppino Amato, con la que tuvo dos hijos.

También escribió canciones con un relativo éxito, a la par que desarrolló otra de sus pasiones: la aviación civil. En el cine su aprendizaje es paulatino y protagonizó el western «Dios perdona, yo no» (1967), gracias a Giuseppe Colizzi. El punto de inflexión de su carrera lo marcó su reencuentro con Girotti y ambos decidieron adoptar sus inolvidables nombres artísticos. En el caso de Pedersoli fue en homenaje a la cerveza Budweiser y a su adorado Spencer Tracy.

«Me llaman Trinity» les abrió las puertas grandes del éxito entre el público masivo, un verdadero flechazo con la platea, fórmula que repitieron en otros 16 títulos. Los clichés, esperados ansiosamente por sus fanáticos, fueron siempre los mismos en estos casos, actuación que Spencer también aprovechó de modo solista: un gigante de corazón de oro que repartió puñetazos a diestra y siniestra, sonrió como un niño, deshizo entuertos de modo quijotesco y disfrutó de la vida.

jcrh