CIUDAD DE MÉXICO.- Supo sacar provecho de sus conocimientos geográficos y su desmedido entusiasmo por la revolución tecnológica e industrial, le permitió a Julio Verne hasta convertirse en un especialista de los relatos de viajes y aventuras de corte científico; por ello se le considera padre de la literatura de ciencia ficción.
Este afamado escritor francés nació el 8 de febrero de 1828, a través de sus obras predijo con gran precisión la aparición de algunos inventos generados por los avances tecnológicos del siglo XX, como la televisión, los helicópteros, los submarinos o las naves especiales.
Su primer éxito le llegó cuando publicó Cinco semanas en globo (1863), con la temática de la novela de aventuras y fantasía. Aprovechando sus conocimientos geográficos y su entusiasmo por la revolución tecnológica e industrial, Verne se convirtió en un especialista de los relatos de viajes y aventuras de corte científico.
Su dominio de la tensión dramática le permitió combinar extravagantes situaciones y momentos poéticos en una prosa ligera y amena.
Inmediatamente se enfrascó en la redacción de Viaje al centro de la Tierra (1864), para lo cual se aplicó a la geología, la mineralogía y la paleontología. Las detalladas descripciones de animales antediluvianos maravillaron a los expertos, poniendo de manifiesto su extraordinaria intuición científica.
Julio Verne se radicó en Amiens en 1872, y a partir de 1886 se comprometió con las actividades municipales de dicha ciudad.
Su extraordinaria fama le procuró detractores encarnizados; en 1886 un joven irresponsable disparó contra él frente a la puerta de su casa y le dejó cojo. Tres años después fue nombrado representante del consejo municipal, y en 1892 fue condecorado con la Legión de Honor.
Muchos textos de Verne, popularizados ya con rapidez en vida del autor, quedarían entre los grandes clásicos de la literatura infantil y juvenil del siglo XX.
De su obra póstuma destacan El eterno Adán (1910) o La extraordinaria aventura de la misión Barsac (1920), en las que un crítico tan poco convencional como Michel Butor ha querido ver un Verne más profundo y escéptico de lo habitual, que tendía a desconfiar de las consecuencias que podía acarrear para los seres humanos el progreso incesante de la tecnología y de la ciencia.
r3