Los perros suelen lamer en especial la cara de sus amos porque es una forma de comunicación, huelen en la cara del dueño un sabor familiar que los reconforta, esa lamida viene acompañada de un movimiento frenético de cola, expresando felicidad. Pero el doctor Leni K. Kaplan del Colegio de Medicina Veterinaria de la Universidad de Cornell explica de esta actitud.

Ahora, lo que deberíamos saber: la boca de los perros está llena de bacterias. Los vemos lamer las losas, meter sus hocicos en alcantarillas y ocuparse de su higiene personal. Todo eso se traduce en patógenos zoonóticos, esos que se transmiten de animales a hombres, bacterias como la Clostridium, la E. coli, la Salmonella y la Campylobacter. Podemos seguir con el contacto extremo, pero nuestra boca, nariz y ojos pueden convertirse en medios de transporte de una infección.

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