Digestiones pesadas, dolor y falta de apetito. Esos son los síntomas que el paciente comunicó a sus médicos cuando llegó al hospital. Todo parecía indicar que se trataba de un tumor pero cuando los especialistas examinaron su estómago llegó la sorpresa.
En el interior detectaron algo metálico y cuándo comprobaron que se trataba de cuchillos no podían dar crédito. Tras preguntarle, el paciente afirmó que llevaba dos meses comiéndolos, porque le gustaba su sabor. Según su relato había sufrido un accidente y desde entonces los comía de manera compulsiva.
Cinco horas de operación necesitaron los atónitos cirujanos para sacar los cuarenta cuchillos que descansaban en el estómago de este adicto al hierro. Alguno de los cirujanos comentaba que en sus 20 años de carrera no había visto nada igual. Ahora el paciente se recupera de la operación y su vida no corre peligro. Los médicos le han recomendado que, a partir de ahora, prescinda del hierro en su dieta.
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