Más que días o tiempos de campaña, en realidad es un periodo de acusaciones sin tregua entre institutos políticos, gobiernos y sus representantes; en donde la corrupción es el común denominador de la política nacional y desafortunadamente de la sociedad mexicana y en efecto, eso debe de cambiar.
La clase política mexicana, con imperiosa necesidad y aunque parezca utopía, deberían en un marco legal presentar a la sociedad al menos trimestre a trimestre, un diagnóstico serio con documentos y cifras y no sólo discursos y enunciados, del trabajo que se hace o se tiene que realizar, del dinero que entra a sus arcas y del gasto del mismo y en qué; el cual debería ser auditable por cualquier persona que tenga el interés; pues al final se trata del manejo de recursos públicos.
Esto implicaría un serio compromiso de rendición de cuentas a los compromisos de quienes gobiernan el territorio nacional o una demarcación particular y no sólo de servirse sin servir.
Para eso, hay que hacer la tarea de mover a quienes controlan las redes de poder y se protegen entre sí, y a la vez cambiar las reglas para que se sancione de inmediato como en otros países a quienes se aprovechen de manera particular de los bienes públicos.
No nos conformemos con esas prebendas que se dan a las minorías o a los sectores de la población vulnerable o en riesgo, hay que empujar para acceder a las instituciones que delinean las reglas del juego para que no nos den migajas sino lo necesario.
La corrupción y otros flagelos de la clase política que nos empapan a todos, sí tienen opción de combatirse y para ello hay que cimbrar y romper estructuras.
Ya basta de ver chivos expiatorios en juicios sumarios o en las cárceles y a muchos de los suyos, disfrutando de las corruptelas de los primeros.
Porque igualdad y respeto a los derechos de los mexicanos no es como para el caso de las mujeres, proporcionarles para su uso taxis o vagones del Metro rosas, que si bien promueven una protección a la integridad del cuerpo de las mujeres, a la vez, discrimina a los hombres.
Como los cambios anteriores no deberíamos ni tener, ni pedir muchos, más bien propugnar por uno grande y en serio que detenga a quienes creen que mientras no los atrapen, se vale robar a manos llenas.
Acta Divina… “PRI, factor de cambio y de transformación nacional”: Enrique Peña Nieto.
Para advertir… Y nos volvieron a mentir con creces.