Lejos del ajetreo de pasajeros, filas y aduanas, Madison cumple una tarea fundamental en el aeropuerto de Ciudad de México.
Este halcón peregrino está a un lado de la pista de despegue para alejar cualquier ave que amenace la terminal aérea más transitada de América Latina.
Madison e Ilse tienen su ritual los 365 días del año. Los biólogos les colocan un localizador por si se alejan y preparan un cebo de carne de codorniz para mantener su atención. Este método es más efectivo que la caza con aves rapaces, como se hacía hasta 2014.
Así se evita un ataque a una especie en riesgo, pero también que el halcón devore una presa y luego esté muy lleno para seguir trabajando.
Cuando termina la jornada, los animales descansan en un pequeño hangar. Mientras tanto, el aeropuerto de Ciudad de México mantiene su ritmo frenético.