GINEBRA, Suiza.- La inmigración presiona a las distintas economías desarrolladas, ya sea en los Estados Unidos con la entrada al país de los distintos grupos latinoamericanos y asiáticos, como en Europa, donde este tema es altamente sensible entre la población ya que está transformando los distintos procesos sociales y políticos de las naciones.
Sin embargo, este fenómeno tiene dos aspectos opuestos, ya que por una lado la entrada de inmigrantes compensa la fuerte caída en el crecimiento poblacional de estos países, que reduce su actividad económica, tanto por los menores ingresos públicos y la disminución en el consumo interno, como por la menor oferta de mano de obra. Lo anterior contrasta con los que enfatizan el nacionalismo y tratan de evitar los cambios en las costumbres y las tradicionales, el idioma y los hábitos locales en cada país.
LA NUEVA POBLACIÓN
Gran parte del problema anterior deriva de la caída del dinamismo poblacional de las naciones desarrolladas. Para que la población de un país se mantenga estable es necesario que la tasa de natalidad sea de 2.1, esto es que cada pareja tenga un mínimo de dos hijos en promedio para que sustituyan a sus padres en los siguientes años.
Sin embargo, la mayoría de los países europeos están por debajo de este número, como es el caso de Francia con una natalidad de 1.8, Alemania y Grecia con 1.3, Italia donde la tasa es de 1.2 y España con 1.1. Esto explica que numerosos pueblos en el viejo continente se encuentren vacíos por falta de gente. Por su parte, en Estados Unidos la tasa es de 1.6, la cual se incrementa a 2.1 si se suma la inmigración que tiene el país, básicamente la que proviene de Latinoamérica.
Esto contrasta con la tasa de natalidad del mundo árabe, la cual es de 3.4 y la de África donde es de 5.0; países que tienen una creciente población que busca oportunidades de trabajo y de mayor seguridad en las naciones más desarrolladas. Esto explica porque en Europa cerca del 90% de la inmigración es de religión musulmana, que se integra con más dificultad a la cultura local, creando una oposición política local.
Esta oposición se reflejó en las elecciones generales de los Países Bajos, donde el candidato Geert Wilders del PVV o Partido por la Libertad, obtuvo una considerable porción de los votos para la cámara baja. Él basó su campaña en cerrar su país a la inmigración musulmana (la cual representa más del 6% de su población total, siendo la que registra el mayor crecimiento) y retirarlo de la Unión Europea.
Aunque no era de los favoritos, después del triunfo del Brexit en Gran Bretaña y de Trump en los Estados Unidos incrementó sus posibilidades de triunfo. Resalta el enfrentamiento del gobierno holandés con el Presidente de Turquía por la participación de este último en el proceso electoral.
La siguiente preocupación de los mercados internacionales son las elecciones en Francia, en el cual la candidata que va adelante en las encuestas, Le Pen, propone que su país se retire de la Unión Europea y del sistema monetario del euro. El costo de esta decisión sería muy elevado para el sistema financiero mundial, incluido Latinoamérica.