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Él es don Eusebio, un ciudadano más que dejó todo por México

Él es don Eusebio, un ciudadano más que dejó todo por México

* Don Eusebio dejó la CDMX para ayudar en Jojutla, Morelos.

Eusebio Luna González, de 60 años de edad, trabajador de construcción, amante de las alfombras rojas y de las fotografías con los famosos, es uno de los miles de mexicanos que dejaron todo con tal de ayudar luego del terrible sismo del 19 de setiembre del año 2017.

El movimiento telúrico lo tomó por sorpresa junto a sus amigos cerca del barrio de Tepito, en la calle de Peña y Peña, esquina con Bravo, colonia Morelos, en la Ciudad de México. Estaba descansando aquella tarde.



«Cuando empezó el temblor sí me espanté y me dio mucho susto; corrí y me abracé de un poste y el poste se meneaba para todos lados», contó.

A una cuadra de donde se encontraba, la barda de un estacionamiento, en Ferrocarril de Cintura y Peña y Peña, había colapsado.

Luna se enteró por las noticias en la televisión y en la radio sobre la magnitud del siniestro y sin pensarlo dos veces se dirigió a la calle Bolívar, donde había escuchado que algunos inmuebles habían colapsado.

Llegó al lugar: Chimalpopoca y Bolívar, un edificio de costureras se había venido abajo.



Sin embargo, para cuando llegó ya había mucha gente ayudando por lo que necesitaban despejar el área, aunque recibió otra propuesta.

«Me dijeron que ya no podíamos estar ahí porque había demasiada gente, personal para ayudar, que si era nuestra decisión de ayudar en otra parte nos iban a llevar a Jojutla, Morelos», narró.

Por ello, sin un centavo en los bolsillos y «a mano pelona», don Eusebio subió a un camión la mañana del 20 de septiembre en el Pepsi Center, donde lo citaron.

Finalmente llegó al lugar. Lo que más necesitaban eran manos para descargar los camiones cargados con donaciones. Los habitantes de la zona siempre les brindaron apoyo.

«Nunca supe su nombre ni quiénes eran, andábamos ahí como en plan de ayuda y de amistad, pero no supe quiénes eran», señaló.

«Todo nos daban ahí, nos daban agua, nos daban café, nos daban atole, tamales, y a cualquier momento», dijo.

La hora no importaba, cuando llegaba un camión, había que descargarlo. Todo lo donado era llevado a un gimnasio de la zona que funcionó como almacén mientras se canalizaba la ayuda.

El 21 de septiembre por la tarde, el señor Luna decidió regresar de Jojutla hacia su casa, cansado pero contento de haber hecho algo por esas personas. Era hora de reportarse con sus cuatro hijos, de 23, 28, 30 y 32 años de edad, y de descansar un poco.

Don Eusebio no pudo evitar recordar lo que más tristeza le provocó de aquel sismo: la tragedia del Colegio Rébsamen.

«Eso me da mucha tristeza, los que fallecieron en la escuela (Rébsamen). Yo cuando me acuerdo de eso hasta se me ruedan las lágrimas», dijo.

El señor Luna recordó brevemente el terremoto de 1985, que describió como «más fuerte» que el del año pasado.

Platicó que aquel día tomó su bicicleta para recorrer la ciudad y ver los daños del sismo. Lo que vio lo dejó perplejo.

«Me vine todo Tlatelolco, todo Guerrero, aquí vine hasta Tepito, anduve aquí en Circunvalación, anduve aquí en 20 de Noviembre y bien que vi todos los muertos… Aquí en el hospital que estaba de Jesús María por la Merced, por San Pablo, las cajas en la banqueta estaban hasta formadas, de puros muertos… se siente muy feo», contó con un gesto serio.

Por aquellos días de 1985, Luna tenía poco tiempo de haberse estrenado como padre y no salió a ayudar porque con su pequeño niño «había que cumplir».

«No me gustaría volverlo a vivir… Yo sí me espanté, sinceramente sí da mucho susto», concluyó.

Por: Francisco Chávez      Imagen: Cortesía

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