Por: Sergio Villaseñor

Uno de los principales ejes temáticos a lo largo de estas elecciones ha sido la comparación de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con Fidel Castro, Hugo Chávez o el sucedáneo de este último: Nicolás Maduro.

Recordemos que no es la primera vez que se ha señalado a AMLO como una amenaza. Durante la campaña electoral de 2006, Felipe Calderón, junto a un sector de las cúpulas empresariales más poderosas del país, lo tacharon de ser un “peligro para México”; sin embargo, paradójicamente, el que resultó ser el verdadero peligro para México fue Calderón Hinojosa, quien so pretexto de controlar al crimen organizado, desató una guerra que ensangrentó al país.

A estas alturas del partido parecería que no tendrían cabida esos argumentos pedestres, pero no. Existe un sector (no menor) de la población que se ha entregado a comparaciones absurdas y facilonas, repitiendo como autómatas en pláticas de café, frases hechas por la televisión sin contrastar si quiera, la trayectoria de uno o de otro.

Chávez fue un militar que gobernó con una parte importante del poder castrense, mientras que López Obrador ni siquiera hizo el servicio militar. Por su parte, Castro llegó al poder tras su segundo golpe de Estado cuando apenas rozaba los 30 años.

Cuando AMLO gobernó Ciudad de México (2000 – 2005) llegó a ser considerado como el segundo mejor alcalde del mundo en 2004; aunque con una metodología cuestionada.

En materia económica Andrés Manuel tuvo el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) más bajo de los cuatro jefes de gobierno. No obstante, en 2006, la administración de AMLO tuvo el crecimiento económico más alto con un 5.17%.

Si bien AMLO dejó el gobierno en julio de 2005,  ese crecimiento le corresponde a su equipo. Es por ello que algunos de los empresarios que trataron con él han declarado que lo recuerdan como un administrador eficiente.

Más allá de apelar al pueblo en sus discursos, desconfiar de las instituciones existentes y declararse enemigo del sistema político actual, así como Chávez, AMLO intenta promover una agenda que concilie al sector financiero nacional e internacional.

Lejos de parecerse a Hugo Chávez o a Nicolás Maduro, AMLO podría equipararse al expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva. Naturalmente, López Obrador no utilizará el referente de Lula en su campaña porque debilitaría su postura anticorrupción.

Sin embargo, si se observa la forma en la que el discurso de Lula evolucionó en sus cuatro intentos por llegar a la presidencia, las similitudes con AMLO son insoslayables, incluido el “Lulita paz y amor” de 2001, que evoca a la “República amorosa” de López Obrador.