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Prypiat, la ciudad fantasma y lo que dejó Chernobyl…

Prypiat, la ciudad fantasma y lo que dejó Chernobyl…

* El turismo a la zona del desastro de Chernobyl está en ascenso.

Hay dos sonidos que impactan cuando se visita la deshabitada ciudad de Prypiat: el aparato que detecta los lugares donde hay más radiación de la normal, y el rechinar de un juego oxidado que termina con el silencio sepulcral que se vive ahí desde hace más de 30 años.

El accidente nuclear de Chernobyl, ocurrido el 26 de abril de 1986 en el reactor 4 de la planta ubicada a solo tres kilómetros de Prypiat, obligó a que más de 49 mil habitantes tuvieran que ser evacuados de la ciudad, misma que ahora se puede visitar en un tour turístico.



Así, miles de personas de todo el mundo llegan hasta este lugar donde ocurrió el accidente nuclear más grave de la historia de la humanidad, para realizar un recorrido que, con salida de Kiev, tiene una duración aproximada de 12 horas hasta el regreso a la misma capital ucraniana.

Y no es un viaje que se pueda decidir y realizar al momento, pues hay que agendarlo de manera previa y como extranjero llevar el pasaporte, además de que viajar sin un guía es imposible.

Existen también ciertas recomendaciones para el tour, como llevar ropa cómoda, prohibida la vestimenta o calzado de tipo «abierto».

Además de que, de mayo a octubre, con el incremento de mosquitos e insectos chupadores de sangre, es obligatoria la ropa que cubra prácticamente todo el cuerpo y usar repelente.



El recorrido es en la zona de exclusión de aproximadamente cuatro mil 800 kilómetros cuadrados, donde se visitan localidades como Zalissya y Kopachi, en las que las casas abandonadas, ventanas y paredes rotas y destruidas, objetos tirados y naturaleza muy crecida, son un común denominador.

Kopachi, el lugar del sarcófago de acero y concreto

En Kopachi se puede visitar lo que quedó de un kinder, en el cual la destrucción y abandono es igual que en toda la zona de exclusión.

Aún se pueden apreciar las bases de las camas donde dormían los niños, libros y hasta algunos juguetes. También es el primer punto donde el dosímetro -aparato que detecta altos niveles de radiación- emite su alarma.

También se puede apreciar un inmenso escudo antimisiles soviético y una antena de 750 metros de largo por 198 metros de alto que está abandonada, al igual que el edifico de la estación receptora.

Una pausa en el recorrido es necesaria para comer, y en la zona de exclusión sorprendentemente hay un restaurante. La tradicional sopa ucraniana (borsch), pasta, pollo y pan son suficientes para alimentarse y seguir el camino a la zona de la explosión.

El siguiente sitio en la visita es la zona nuclear, donde se puede observar la estructura o «arch» que cubre el reactor cuatro donde fue la explosión, y el cual se estima contendrá la radiación por los próximos cien años.

Tras la explosión en abril de 1986 tuvieron que pasar más de dos meses para tomar la decisión y aislar el reactor, lo que se realizó con un sarcófago de acero y concreto de 170 metros de largo y 66 de alto; su desgaste obligó a la construcción de uno nuevo, colocado en 2016.

La nueva estructura es uno de los lugares más fotografiados del tour, costó más de mil 500 millones de euros y fue financiada por casi 30 países. Mide 110 metros de alto, 150 de ancho y 250 de largo, con un peso superior a las 36 mil toneladas de metal, mismo que se espera dure unos cien años.

Anna Kirianova, una de las guías del recorrido, señala que gracias a dicha construcción «podemos tener las normas de radiación, podemos tener el nivel de radiación que no es tan alto».

Prypiat, la ciudad fantasma

Prypiat es un sitio desolado, abandonado, destruido y con la naturaleza que crece a su antojo. De la ciudad que fue construida para quienes trabajaban en la planta y sus familias, poco queda.

Una silla ginecológica afuera del hospital, hojas y libros tirados en un salón de clases, las gradas destruidas en el estadio de futbol, edificios y oficinas rodeados de vegetación, son imágenes que impactan a los visitantes.

También un parque de diversiones que nunca se inauguró está en las mismas condiciones. Carros chocadores y una rueda de la fortuna se encuentran en la zona, además de otros juegos oxidados que con un movimiento rechinan y terminan con el silencio de la ciudad.

Al término del recorrido hay que pasar por un filtro de seguridad, donde se encuentra un vigilante, quien es una de las personas que trabajan 15 días antes de irse el mismo tiempo a descansar a su casa y volver después a la desolada ciudad.

De los 49 mil habitantes que vivían en Prypiat, en la zona de exclusión hay en la actualidad solo 130 personas en los pueblos y zonas cercanas a la ciudad de Chernobyl, quienes han visto como ha crecido el turismo en la zona.

En un radio de 10 kilómetros de la zona del accidente no hay nadie.

Información e imagen: Notimex

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Internacional papa francisco Papa León XIV vaticano

Robert Francis Prevost, un moderado estadounidense con fuertes lazos con Perú

AFP

Por: AFP

hace 1 mes

Robert Francis Prevost, un moderado estadounidense con fuertes lazos con Perú

Robert Francis Prevost llegó a Perú por primera vez como joven misionero agustino y años después partió desde el país andino como obispo rumbo al Vaticano, donde este jueves se convirtió en el primer papa estadounidense, con el nombre de León XIV.

Prevost, de 69 años y que también tiene nacionalidad peruana, llega al trono de San Pedro con una reputación de moderado, crucial en un momento en que la Iglesia aparece muy dividida.

Desde el balcón de la basílica de San Pedro del Vaticano, el nuevo papa instó a «construir puentes» a través del «diálogo», avanzando «sin miedo, unidos, dando la mano a Dios y dándonosla entre nosotros».

«Dios nos ama, Dios os ama a todos, y el mal no prevalecerá», afirmó en su primer discurso, en el que trató de unir y tranquilizar ante un mundo asolado por las guerras.

«Mucho por hacer»

Prevost ha pasado un tercio de su vida en Estados Unidos. El resto entre Europa y América Latina, una de las periferias del mundo de donde también era el argentino Jorge Mario Bergoglio.

El diario italiano La Repubblica lo llamó «el menos estadounidense de los estadounidenses» por la moderación de sus palabras.

La idea de un papa norteamericano estuvo por siglos descartada en Roma, ya fuera por la distancia –estaban tan lejos que normalmente llegaban tarde a los cónclaves– o por decisiones geopolíticas.

Según el sitio especializado Crux, tener un pontífice de la primera potencia mundial hacía temer además que la CIA pudiera meter sus manos en la Iglesia.

Arzobispo emérito de Chiclayo, a unos 750 km al norte de Lima, Prevost obtuvo la nacionalidad peruana en 2015.

Dejó Perú para sumarse al gobierno vaticano, donde dirigió el importante dicasterio para los Obispos, que tiene la destacada función de aconsejar al papa sobre los nombramientos de los jerarcas de la Iglesia.

Tras la muerte de Francisco, Prevost dijo que aún quedaba «mucho por hacer» en la transformación de la Iglesia.

«No podemos parar, no podemos retroceder. Tenemos que ver cómo el Espíritu Santo quiere que la Iglesia sea hoy y mañana, porque el mundo de hoy, en el que vive la Iglesia, no es el mismo que el mundo de hace 10 o 20 años», dijo el mes pasado a Vatican News.

«El mensaje siempre es el mismo: proclamar a Jesucristo, proclamar el Evangelio, pero la manera de llegar a las personas de hoy, los jóvenes, los pobres, los políticos, es diferente», añadió.

Misionero en Perú

Fue uno de los cardenales más cercanos a Francisco, cuyo pontificado generó resistencias dentro de los sectores más conservadores.

Pero al mismo tiempo, su sólida formación en Derecho Canónico tranquiliza en estos círculos que buscan un enfoque más centrado en la Teología.

Prevost nació el 14 de septiembre de 1955 en Chicago y asistió a un seminario menor de la Orden de San Agustín en San Luis como novicio antes de graduarse en Matemáticas en Filadelfia.

Políglota, estudió Derecho Canónico en Roma, donde también obtuvo un doctorado.

Se unió a los agustinos en Perú en 1985 para la primera de sus misiones en el país andino.

Al regresar a Chicago en 1999, fue nombrado prior provincial de los agustinos en esa región estadounidense y posteriormente prior general de la orden en todo el mundo.

Regresó a Perú en 2014 cuando Francisco lo designó administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo.

Casi una década después, entró en la curia en sustitución del cardenal canadiense Marc Ouellet, que fue acusado de agredir sexualmente a una mujer y renunció por motivos de edad. Entonces, el difunto pontífice lo nombró también presidente de la comisión pontificia para América Latina.

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